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Berri Txarrak llena con sus infrasonidos la capital

Lo que ha conseguido Berri Txarrak no ha sido fácil y no siempre posible. Años atrás hubiera parecido mentira que un grupo, al que se había intentado censurar en alguna ciudad, pudiera hacer un año consecutivo ‘sold out’ en el mismo sitio, la sala Riviera de Madrid.

Casi 25 años de carrera profesional en la música, desde que en 1994 publicaron su primer disco. Y aquí siguen Gorka Urbizu (guitarras y voz), David González (bajo) y Galder Izagirre (batería) cantando todo en euskera y experimentando una mezcla de estilos dentro del rock.

Todavía hay gente a la que le resulta alucinante que un grupo que tiene todas sus letras en euskera haya podido llegar tan lejos. Son el claro ejemplo de que la música es un lenguaje universal, donde vemos que lo importante reside en lo que se transmite a través de ella. Aunque, hay que destacar que sus letras están cargadas de metáforas y mensajes críticos sobre la sociedad, con las que no dejan a nadie indiferente.

El concierto arrancó con un ambiente teñido por el color azul y con rayos de luz blanca que iluminaban la palabra ‘Infra’, que ocupaba toda la pared del escenario. Empezaron haciéndonos sentir los ‘infrasonidos’ de su nuevo proyecto a través de tres temas: Dardararen bat, Zuri y Infrasoinuak.

Al principio hubo algunos problemas con las luces a mitad de la canción de Bueltatzen, pero la conexión con el público ya había empezado y eso se notaba en el ambiente. Por lo que ese fallo técnico parecía que nunca hubiera existido.

El nuevo disco lo tocaron entero, unos 33 minutos de las casi dos horas y media de concierto, en los que fueron intercalando canciones de otros trabajos anteriores. Sonaron temas de los primeros años que relucen con esa esencia más agresiva en sus ritmos como fueron Ez dut nahi, Libre o Folklore.

A mitad del concierto, Marilia Andrés, integrante del antiguo grupo Ella Baila sola, apareció para cantar Aditu Bihurtuak junto con el grupo de Lekumberri. Por lo visto, hace un año recibieron su versión de esta canción, así que decidieron hacerla en directo, y sin duda, fue todo un acierto.

Del proyecto anterior tocaron canciones como Poligrafo Bakarra, Etsia o Sutxakurrak. De esta última Gorka señaló: “dice algo así como ‘fuegos fatuos’, nos parecen una bonita metáfora para analizar todo aquello que nos rodea. Los fuegos fatuos son aquella luz natural, incandescente, que surge de lo putrefacto, por lo cual aparece una luz que brilla pero que en el fondo está podrido. A todos y todas se nos ocurren ejemplos”.

Los acordes de Oreka comenzaron a sonar, y casi toda la gente que estábamos allí sabíamos que vendría acompañada de alguna versión. Pues normalmente al final de esta canción tocan un tema de otra banda. Y esta vez la elegida fue Pet Sematary de The Ramones. Y hay que resaltar que cada tema que versionan, no fallan, lo llevan a su terreno y lo bordan.

 

También hubo espacio para incluir la mítica  Sols el poble salva al poble, canción del grupo Kop, que sigue siendo de las más solicitadas entre el público. Aunque no hubo mucho tiempo para coger aire, ya que justo después, sin segundos de respiro, empezaron los acordes de Oihu. Que nos recordaban a esa época de juventud y rebeldía con la que empezó la banda.

Gracias a esta carrera tan larga en la música, Berri Txarrak ha conseguido juntar a varias generaciones en una sala y conquistar cada suelo que pisan con sus acordes. Además, han logrado que escuchemos los infrasonidos, que reflexionemos un poco más sobre lo que nos rodea, y que nos demos cuenta de todo ello a modo de canción.

Como dijo Gorka Urbizu: “no siempre fue posible, hoy está siendo histórico”. Y sí, fue histórico. Gracias por hacerlo otra vez posible. Esperemos que hagáis mucha más historia, de la que ya habéis hecho.

 

*Fotos realizadas por Pedro Salazar.

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