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El milagro de Operación Triunfo 2017

Operación Triunfo 2001 y 2017 Gala de NavidadLos concursantes de OT1 y OT 2017 cantan "Mi música es tu voz" en la Gala de Navidad de OT | RTVE

Un estudio publicado hace poco demostró que, estadísticamente, por lo menos una persona ha gritado a Bisbal que volviera con Chenoa en todos y cada uno de sus conciertos desde que ella salió a su portal vestida en chándal (marcando un antes y un después en la historia de España).

Este dato, que por supuesto acabo de inventarme con la tranquilidad que solo el Siglo XXI le puede otorgar a un periodista (“periodista”), demuestra que hay estadísticas que jamás podremos comprobar, estadísticas que no hace falta explicar (porque si no la entiendes, no sé qué haces aquí) y, sobre todo, estadísticas que nos gustaría creer. Porque que haya una persona gritando a Bisbal que vuelva con Chenoa en un concierto no solo es bastante posible, sino que además es bastante probable. Y es que aunque solo sea por hacer la gracia (después de lo que Chenoa cuenta en Defectos Perfectos no cabe otra explicación), hay cosas que marcan la cultura de un país para siempre. Y Operación Triunfo 2001 fue una de ellas.

Tormento para muchos, bendición para muchos más, la sombra de aquella primera edición de OT emitida hace casi 17 años quedaba hasta hace poco como testigo de un fenómeno que parecía único e irrepetible en una televisión (y una sociedad) cada vez más cínica, que se lo pasa mucho mejor con las desgracias que con los triunfos ajenos. Pero efectivamente, solo lo parecía. El fenómeno OT dejó de ser irrepetible cuando un productor de Televisión Española miró al público en el concierto de reunión del casting original y vio símbolos del dólar en la cara de cada una de las personas que estaban allá presentes.

Sin embargo, esto no es ninguna novedad. Estoy seguro de que los productores televisivos ven símbolos del dólar sin ninguna razón aparente cada vez que cogen el metro. La diferencia en este caso es que en alguna sala de reuniones de la sede de Televisión Española alguien debió de decir: “Si vamos a resucitar este berenjenal, lo vamos a hacer BIEN”. Este “BIEN” hipotético se referiría (por si alguien no se acuerda) a que la última edición, emitida en 2011, tuvo que cerrar y proclamar un ganador de manera bochornosa en su sexta gala con trece concursantes todavía en la Academia. Así que “BIEN” implicaría mucho menos Risto Mejide, muchísima menos Pilar Rubio y muchísimas más personas llamadas Javier (al final dos resultaron ser suficientes). “BIEN” implicaría no volver a cagarla.

Amaia canta 'Starman' en la gala 0 de Operación Triunfo
Amaia I de España cantando «Starman» en la Gala 0 | RTVE

Operación Triunfo 2017 partía por tanto como una evidente apuesta arriesgada al resucitar un formato que ya había demostrado estar caducado (la sombra de 2011 es alargada), pero por suerte para nosotros, hubiera sido difícil calcular todo mejor. A nivel musical, a nivel emocional y a nivel televisivo. Alguien ha demostrado en esta edición que ha hecho muy bien su trabajo. Y España se ha dado cuenta.

OT tardó dos galas en dejar de perder audiencia (marcando un mínimo con 1.859.000 espectadores, del que se recuperaría en la gala 3 con casi 100.000 más). Desde la gala de Navidad, ha sido líder de la noche semana tras semana (ya van seis), llegando a su récord de audiencia en la gala de Eurovisión con más de tres millones de espectadores y un 23,6% de share. Pero eso no es ni un cuarto del poder mediático que ha conseguido esta edición.

En la Gala de Eurovisión, el hashtag oficial superó el medio millón de tweets, llegando también a ocupar 15 de los 20 puestos de trending topics de España con hashtags relacionados con la gala (como #Almaia o #AitanaWar). Cabe destacar también que resulta casi un milagro no encontrar a OT entre los trending topics españoles en cualquier momento de cualquier día. 174 mil seguidores en Twitter y 270 mil en Instagram, sin contar por supuesto las cuentas personales de los concursantes (Aitana tiene 340 mil en Instagram).

Las búsquedas en Google de Operación Triunfo llevan al máximo posible de interés desde hace casi un mes y es imposible no sentarse en una terraza de un bar sin escuchar alguna conversación que verse sobre el tema. OT solo ha ido hacia arriba. No ha dado pasos en falso ni pasos atrás. Tampoco ha habido una polémica que lo haya hundido (y no será porque no lo han intentado). Y eso es porque alguien consiguió que los tres elementos alcanzaran un equilibrio tan perfecto que ni los señores de Twitter consiguieron hundirlo.

Ana Guerra canta 'La Bikina' en la Gala 5 de OT
Ana War haciendo historia de España en la Gala 5 | RTVE

El tema de qué es verdaderamente la música ha despertado bastantes opiniones (críticas) por parte de mucha gente con acceso a redes sociales que, como suele ser habitual, absolutamente nadie había pedido. Antonio Luque (su página de Wikipedia dice que es cantante indie) comentó en Twitter que “OT nos muestra qué le gusta de la música a la gente a la que no le gusta la música”. Prepotencia, esnobismo y un aire de superioridad. No vale con decir que no te gusta Operación Triunfo. Como hay mucha más gente a la que sí le gusta, hay que dejar claro que no solo es una puta mierda, sino que todo el mundo que lo ve es idiota. ¿Cómo sino se iba a demostrar que se está por encima?

Javier Calvo por su parte, fiel aliado y justiciero, le destruyó contestó en Twitter con toda la elegancia del mundo, y con un simple “porque al único al que le gusta la música es a ti porque tú sabes bien qué es la música porque tú eres músico porque tú tú tú, ¿verdad?” señaló la estupidez de su opinión. Creerte por encima de algo no te hace mejor persona que nadie. Al contrario. Creerte mejor solo te deja bastante por debajo, y más cuando se trata de un programa que en todo su conjunto tiene menos cinismo que tweets como ese.

 

El 24 horas, piedra angular de esta edición, ha tenido un efecto obsesivo sobre bastantes personas, rozando el crossover entre Black Mirror y El Show de Truman, pero seguir a los concursantes durante tareas cotidianas y, en especial, durante las clases de preparación para las galas, genera dos elementos a los que es muy fácil engancharse: Intimidad y honestidad. Algo que no se veía tanto en un programa desde, precisamente, Operación Triunfo 2001.

Los hemos visto llorar, reír, sufrir, enamorarse, caerse y levantarse. Eso automáticamente genera un vínculo con los espectadores, porque hay algo muy humano en la empatía que despierta en nosotros ver a alguien llorar, como también lo hay en la felicidad que nos da ver a alguien triunfar. Y quieras que no, eso engancha. Da igual si fue porque lo viste desde el principio o porque te atrapó la burbuja de las redes sociales. Puede que la cobertura mediática le diera una tremenda sobreexposición, pero el corazón de Operación Triunfo era el mismo en todas partes.

Aitana canta 'Arde' en la Gala Eurovisión de OT
Aitana cantando la canción que no era «Lo Malo» en la Gala Eurovisión | RTVE

La Academia nos ha mostrado a sus concursantes sin tapujos, hablando y abriendo debates jamás vistos antes en prime-time como la homosexualidad, la transexualidad, los problemas de ansiedad, los complejos con la imagen, los demonios arrastrados de la infancia, la sexualidad femenina y cuestionando abiertamente los cánones de belleza establecidos sobre las mujeres. «¿Sabes qué? Que no me voy a depilar las piernas, porque las mujeres también tenemos pelo. Tengo muchísimo pelo, pero me la suda.” Todos han mostrado sus problemas y sus inseguridades, y nosotros hemos visto como los superaban, ganándose nuestro apoyo incondicional. Porque como consecuencia, lo que realmente han conseguido ha sido darle voz a un generación que nadie quería escuchar bajo el argumento de que solo sabemos quejarnos y hablar de aguacates.

Por eso cuando Mónica Naranjo actúa como si fuese (y disfrutase siendo) Maléfica, la dinámica del programa chirría tanto. En muchos casos, Mónica tiene razón en lo que dice, pero la casi crueldad gratuita de sus comentarios queda fea. Queda muy fea. La honestidad emocional, la libertad con la que la gente siente y la sinceridad de los concursantes (brutal sinceridad si eres Amaia, dios la tenga en su gloria), no deja sitio al cinismo, al sabelotodismo y al esnobismo. Criticar altaneramente OT es como gritar a un niño que te ofrece un caramelo: para hacerlo hay que ser un poquito gilipollas.

 

Zahara, cantante indie, compositora de Con Las Ganas y la OTadicta más importante de España, les dijo en su visita a la Academia que había algo muy especial y único dentro de cada uno de ellos, y que debían tenerlo presente en cada faceta de su carrera. Desde la portada de su disco hasta la forma de tocar una guitarra. Ese mensaje del valor que tiene explotar eso que nos hace diferentes encaja perfectamente con lo que los Javis mantienen clase tras clase sobre la importancia de ser siempre uno mismo. Algo que, por otro lado, no significa hacer siempre lo que te dé la gana y como te dé la gana (y no voy a decir nombres Ana Guerra).

Un mensaje que es valioso no solo a la hora de ser cantante, sino también a la hora de seguir con tu día a día. Porque Operación Triunfo da consejos a artistas, pero acaban convertidos en lecciones de vida. Lecciones de vida muy valiosas que puede que no a todo el mundo le estén enseñando hoy en día en sus casas. No todos tendremos una Noemí Galera (actual madre oficial de España) que venga a darnos un abrazo y a decirnos que espabilemos porque lamentarnos no nos va a servir de nada, pero ver como se lo dice a Miriam es casi lo mismo porque podemos aplicarnos el cuento.

El jurado de OT
La sonrisa de Mónica Naranjo en esta imagen demuestra que ella ya venía con la intención de destruir vidas | RTVE

Cuando echemos la vista atrás y tengamos que recordar una canción de esta edición de Operación Triunfo, todos tendremos nuestra favorita. Shake It Out, La Bikina o Chas! Y Aparezco a Tu Lado. Todas son opciones válidas y, sin embargo, a mí me gusta pensar que hay otra canción de la que no va a acordarse nadie y que refleja mucho mejor el espíritu de esta edición. Y no, no es Camina. Es Cuídate, de La Oreja de Van Gogh, de la que Ana y Nerea hicieron una versión preciosa de la que no está hablando nadie.

Esta obra maestra del pop español tiene un tono de acogedora y reconfortante calidez que solo la nostalgia de reencontrarte con una vieja amistad puede darte. Y OT tiene exactamente esa misma calidez. Cierra la puerta, siéntate cerca y llena dos copas de recuerdos de historias. Todas son caras nuevas, pero con historias, sueños y miradas que ya conocíamos. Historias, sueños y miradas que ya echábamos de menos.

Todo el mundo tiene un sitio en la mesa de Operación Triunfo para reír, llorar y servirse todas las copas de recuerdos de historias que quiera. Y todo sin tener que aguantar que alguien le mire por encima del hombro. Al contrario que el resto del mundo, Operación Triunfo no juega a dejar fuera a nadie ni a ser más listo que otros. En OT tenemos claro que, ante todo, queremos ser felices. Y nadie va a arruinarnos la fiesta. Porque hemos aprendido muchas cosas de esta edición de Operación Triunfo, pero si tenemos que quedarnos solo con una, que sea sin duda con que lo malo, mejor pa’ fuera.

Aitor Salinas
"La cultura popular es la política del Siglo XXI", Gale Weathers. Reportera intrépida. Leyenda del periodismo.

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