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DE ANDY WARHOL Y VODKAS CON SODA

Calle Cincuenta y tres, en el Midtown de, probablemente, la ciudad más famosa e importante del planeta, Nueva York. Era una tarde de otoño, un otoño corrompido por el invierno, muy cabreado por el largo verano que le antecedió. Descargó toda su rabia contenida haciendo de ese otoño uno de los más duros que se recuerda.

Mi chaqueta de tres cuartos negra de quince dólares recién comprada en Century 21 me protegía del frío, luchaba contra él encarecidamente. Buceaba mi nariz en el interior de ella, calentándose con el aliento que salía de mi boca. Andaba rápido, siempre ando así, como si alguien me persiguiera, como si tuviera prisa. Detesto a la gente que camina lento.

Las entradas para la exposición de Warhol las tenía desde hacía ya semanas. Estaba deseando que llegará ese día. Me acompañaba Kellie, que no le gustaba Warhol, ni el arte, ni los museos, ni Nueva York, pero me acompañaba. De pronto vi la fachada del MOMA, la cara de Andy más grande que había visto en mi vida, debajo una frase: “Un artista es alguien que produce cosas que la gente no necesita tener.”

Y entramos en su mundo, desde Pittsburgh hasta Nueva York. Desde el díptico de Marilyn hasta latas de sopa Campbell. Desde Coca Cola hasta The Factory. La cultura del consumismo, los collage, el Pop Art, los sueños, los colores, la imaginación al poder. Lou Reed, Nico, Jim Morrison, Gerard Malanga. Manhattan, Estados Unidos, el mundo.

Enredados en sus historias de Studio 54, de libertad sexual, de vodkas con soda, de estilo, de vatios y felaciones, de pasión, de acantilados, de luces rojas, amarillas y verdes. De Mick Jagger, Michael Jackson, Brigitte Bardot. De Liza Minelli.

 

A Kellie, que no le gustaba el arte, ni los museos, ni Nueva York, sí le gustó Warhol, y empezó a coger cariño a Nueva York, sobre todo cuando nos fumamos un cigarro después de haber comido unos fantásticos cupcakes en la, probablemente, ciudad más famosa e importante del planeta. Aunque en ella ya no esté Warhol.

Rubén Ortiz Rodriguez
En ocasiones músico en Falconetti, en otras escritor. Espíritu endémico y Luciérnagas en la oscuridad. Inventando historias desde 1986.

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