La nueva esperanza del pop viene de Nueva Zelanda y solo tiene 20 años. Lorde pisa por primera vez nuestro país este lunes para presentar Melodrama, su segundo álbum. Su nuevo tour arrancó el pasado 26 de septiembre en Manchester y este 9 de octubre tiene una cita en el Sant Jordi Club de la ciudad condal. Lorde os sonará de Royals, esa canción que hace unos años estaba en todas partes. Pero la neozelandesa es mucho más que un one hit wonder y su nuevo cd lo confirma. Así que en OFF Magazine aprovechan su paso por nuestro país para invitarme a contaros qué me ha parecido Melodrama. ¿Un spoiler? Para mí, es el álbum del año.

Una fiesta que es una ruptura. Una ruptura que es una fiesta. Melodrama es un CD conceptual, de esos que cuentan una historia entre todas las canciones. Pero no os asustéis. Es un álbum fácil de escuchar y muy bailable. Debajo de la aparente sencillez se esconden muchos significados que requieren de varias escuchas para comprender del todo, pero el disco se disfruta igual sin comerse tanto la cabeza.
En definitiva, Lorde nos habla aquí de una típica noche en la que sale de fiesta. Llegaremos a la discoteca, bailaremos, nos dará el bajón, volveremos a bailar mientras suena la última canción, y terminaremos llorando. Y después, vuelta a empezar. Porque en eso consiste la vida de la gente joven, y Lorde es la cantante que mejor ha explorado el concepto de ser joven en los últimos años.
Los sonidos de Pure Heroine siguen aquí, pero muy cambiados. Dice la artista que el minimalismo de ese primer CD ya no es una novedad, así que se puso como meta contar las cosas de otra forma. La canción más cercana al álbum debut de la neozelandesa es Sober, sin duda uno de los mejores cortes del CD. Cuidado con esas trompetas, porque se te quedarán en la cabeza. También es la canción que más recurre a las construcciones con la voz que enamoraban en temas como Team o White Teeth Teens.
Melodrama es pop, pero expande el género hasta llegar al límite y lo empuja un poco más allá. También está lleno de sorpresas, guiños que la cantante esconde en medio de una canción y te sorprenden. Ese susurro en silencio en la segunda estrofa de Sober. El “boom” de Homemade Dynamite. La llamada de atención antes del primer estribillo de Perfect Places. Pequeños detalles que denotan un gran trabajo detrás de Melodrama. No en vano, ha tardado cuatro años en llegar.
El CD está compuesto casi en exclusiva por la propia Lorde junto a Jack Antonoff (uno de los productores más en boga actualmente, conocido por ser parte de los grupos Bleachers y fun.) y el apartado de las letras es uno de los más pulidos. La propia cantante se autodenomina “escritora” y no cantante en Writer in the dark y tiene sus razones. Homemade Dynamite nos entrega un pasaje irónico y certero cuando compara un accidente de coche con salir de fiesta: “Might get your friend to drive, but he can hardly see. We’ll end up painted on the road, red and chrome, all the broken glass sparkling. I guess we’re partying” (“Puede que nos llevemos a tu amigo para que conduzca, aunque apenas puede ver. Terminaremos pintados sobre el asfalto, rojo y carmesí, todo el cristal roto brillando. Supongo que estamos de fiesta”).

La profundidad es tremenda. Las canciones dialogan entre sí, se responden y matizan unas a otras. Si en Sober, Lorde se preguntaba “qué haremos cuando estemos sobrios”, en Sober II (Melodrama) llega la resaca, y se da cuenta de que no se puede quejar porque ha sido ella la que se ha quedado con el melodrama, con todos esos sentimientos a flor de piel.
En cuanto a letras, sin embargo, el premio se lo lleva Liability. La segunda canción que apareció del CD pone a la cantante frente a una balada a piano en la que reflexiona sobre el duro precio de la fama. Aunque podría hablar de cualquier de nosotros: “I am a toy that people enjoy ‘til all of the tricks don’t work anymore and then they are bored of me” (“Soy un juguete del que la gente disfruta hasta que los trucos dejan de funcionar y entonces se aburren de mí”).
Liability también tiene su respuesta en la experimental Liability (Reprise), donde la neozelandesa le da una vuelta a ese pensamiento negativo. Mientras oímos ecos de la primera canción (“Liability… I make you leave…” / “Un lastre… hago que te vayas…”), una nueva voz contesta: “But you’re not what you thought you were” (“Pero no eres lo que creías que eras”). Brillante.
Y si las letras son magníficas, la producción musical no se queda lejos. Lorde incluye algunos pasajes experimentales que traen sonidos nuevos y muy frescos. Quizá el mejor ejemplo sea el dúo Hard Feelings/Loveless, en el que la segunda parte fue descrita por la propia artista como una especie de “anuncio” que aparece mientras escuchas la radio.
La historia que vertebra Melodrama no solo aparece en las letras, sino que también el sonido es importante. La transición entre The Louvre y Liability está medida al milímetro, y es tan visual que parece que estás acompañando a Lorde en su salida de la discoteca.
Melodrama arranca con Green Light, en la que la protagonista espera una luz verde que la permita seguir adelante después de terminar una relación. Esta luz verde llega en algún punto entre Supercut y Liability (Reprise), cuando Lorde acepta que todo ha terminado y puede seguir adelante. El álbum termina con un mensaje de amor propio que encuentra su epílogo en Perfect Places, un pelotazo pop en el que reflexiona sobre esos lugares perfectos que nos pasamos buscando toda la noche. Y al final, “de todas formas, ¿qué cojones son los lugares perfectos?”.
Las ventas de Melodrama no permitirán que Lorde se cuele entre lo más vendido del año, pero tampoco lo necesita. La neozelandesa juega a otro juego, el de crear arte y sacar el dinero suficiente para poder salir de gira. Hacen falta artistas que se arriesguen a construir sonidos diferentes, a discurrir por otros caminos. Lorde lo hace.
Hoy actúa en el Sant Jordi Club y todavía quedan algunas entradas. En directo, la neozelandesa es un verdadero torbellino que merece la pena ver. Prepárate, Barcelona. Lorde está a punto de sacarte a bailar.
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