15 películas LGTB para ver durante la semana del Orgullo
Poco después de rodar Happy Together, Wong Kar-wai dijo que él no había rodado una película gay, sino que simplemente había rodado una historia de amor. El director escogió la homosexualidad de los protagonistas con el único pretexto de “hacer cosquillas a la censura” porque para él, la homosexualidad era tratada en el cine demasiado a menudo de forma “suave e indirecta para que el público lo acepte”. Y tras ese comentario, no le dio más importancia a la sexualidad de los protagonistas. Y el resto del mundo podría aprender un par de cosas de la actitud de Wong Kar-wai.
Cuando la comunidad LGTB aparece en el cine, suele hacerlo maneras muy diferentes. Algunas películas lo tratan como conflicto principal, otras lo utilizan de pretexto tangente y otras ni siquiera lo hacen explícito. Sin embargo, independientemente de cual sea el caso, siempre sobrevuela la triste realidad de que el público que no pertenece a ninguna de las letras LGTB no se molesta en ver este cine con la concepción de que no va a verse representado y, por tanto, no va a empatizar. El rechazo va por delante a pesar de que, en casos como los de Wong Kar-wai, la orientación o identidad sexual de los protagonistas no siempre es el centro de estas películas. Pocas han pasado el corte para llegar a todo el mundo (Brokeback Mountain, Carol o Moonlight lo han conseguido), y cuando lo hacen, generalmente suele ser porque son tan buenas que es imposible ignorarlas.
Esta lista recoge quince películas* en las que se muestra a la comunidad LGTB de formas muy diferentes, con conflictos muy diferentes. Conflictos que les afectan a ellos, pero con los que todo el mundo puede empatizar. Porque eso es lo que nos une a todos como personas. Porque esta lista no es solo para los que vayan a verse reflejados como parte de esa comunidad. Esta lista es para todos:

- La Ley del Deseo (Pedro Almodóvar, 1987)
Retorcida, enfermiza, excesiva, lasciva y melodramática, pero elegante, coherente y tremendamente humana al mismo tiempo. Podríamos incluir casi cualquiera de las películas de Almodóvar en esta lista, pero La Ley del Deseo es como si el director hubiera explotado encima de un guion y luego lo hubiera dirigido mirando a través de un caleidoscopio en el que encuentran su lugar una cruz de mayo con fotos de Elizabeth Taylor, referencias visuales a cuadros de Edward Hopper y el pene de Antonio Banderas. Una extravagante maravilla que posiblemente sea la cumbre no reconocida del director manchego.
- La Vie d’Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013)
El rodaje de esta película debió de ser tan absolutamente insufrible que cuando Abdellatif Kechiche, Léa Seydoux y Adèle Exarchopoulos llegaron a Cannes a presentar la película, no se hablaban entre ellos. Sin embargo, los ataques directos en entrevistas no impidieron que el Festival se saltara sus propias normas para darle la Palma de Oro no solo a la película, sino también al director y a las dos actrices. Y no es de extrañar.
Puede que tres horas sean muchas horas, pero solo así Kechiche puede construir uno de los relatos de despertar sexual más humanos, más desnudos (física y psicológicamente) y más inocentemente complejos de la década. Y sí, es posible que una escena en la que lo único que pasa es Adèle comiendo pasta sea un poco pasarse, pero qué más da. Hacedlo por amor al arte.

- Tangerine (Sean Baker, 2015)
Con tan poco presupuesto que parte de ella está rodada con iPhones 5s, Tangerine es una fascinante mirada a la vida y el entorno de dos mujeres transexuales de color que se recorren los suburbios de Los Ángeles el día de nochebuena. Una vibrante mirada a la otra cara del sueño americano. La cara fea. Una cara que queda completamente eclipsada por el arrollador carisma de las dos protagonistas, a pesar de que la vida hace todo los posible por acabar con ellas. Wonder Woman se merece todo nuestro cariño, pero éste es el verdadero cine de superheroínas.
- Mysterious Skin (Gregg Araki, 2004)
Siguiendo la vida de dos chicos, uno obsesionado con abducciones alienígenas y otro que se prostituye por una mezcla de aburrimiento y oscuros demonios arrastrados de la infancia, Mysterious Skin es un brutal y casi cruel retrato de cómo las personas lidian con traumas que no conviene explicar sin ver la película. Sabes a dónde va con su final, pero eso no la libra de una destructiva y conmovedora catarsis emocional. Una película poderosa y cautivadora que probablemente no quieras volver a ver, pero que no deberías perderte.

- Weekend (Andrew Haigh, 2011)
Weekend se basa únicamente en las conversaciones que mantienen dos chicos a lo largo del fin de semana en el que se conocen, y es increíble cómo solo a través de diálogo, Andrew Haigh construye dos personajes y un universo social tan definido y tan realista que es imposible no sentirse identificado en algún punto. Especialmente si has pasado por lo mismo que han pasado ellos.
Se la puede considerar la Antes del Amanecer de nuestra generación, y mientras que Haigh no tiene intención de hacer secuelas como hizo Linklater, la serie Looking (de la que fue productor y habitual director) sirve como la perfecta secuela espiritual para Weekend. Dos joyas infravaloradas que muestran que, a pesar de lo que se pueda deducir de esta lista, los gays también tienen vida cotidiana.
- Laurence Anyways (Xavier Dolan, 2012)
A sus veintisiete, Xavier Dolan tiene una filmografía mucho más limitada que la de Almodóvar, pero la del joven director canadiense resulta igual de reivindicable que la de Pedro. Sin embargo, de sus seis películas, Laurence Anyways es sin duda la más espectacular.
A través de la estética tan única que el director ya había conseguido dominar con solo dos películas, Dolan cuenta esta épica historia de amor que se extiende durante más de una década, partiendo del punto en el que Laurence le cuenta a su novia Fred que se siente mujer. Es larga (probablemente demasiado), pero roza la perfección en tantos aspectos que más que una película, Laurence Anyways es un verdadero espectáculo.
- My Own Private Idaho (Gus Van Sant, 1991)
En algún punto de los 80, Gus Van Sant vio Enrique IV de Shakespeare y se dijo a si mismo “Sabes qué, voy a convertir esta obra en una historia sobre un chapero narcoléptico gay que se gana la vida en las calles de Portland”. Y el resultado es My Own Private Idaho.
La conclusión que se puede sacar de la película es lo difícil que resulta mantenerse despierto el tiempo suficiente como para encontrar a alguien a quien le importes de verdad, y aunque no he visto la obra de Shakespeare, doy por hecho que la conclusión será sutilmente diferente. Afortunadamente, teníamos a Gus Van Sant para arreglar el teatro clásico. Gracias por tanto, Gus.

- Certain Woman (Kelly Reichardt, 2016)
Más que tratar de contar algo, Certain Woman busca capturar una atmósfera mediante tres mujeres diferentes y tres historias que callan más de lo que cuentan. Aunque solo la última de las tres hace que esta película esté en esta lista, la relación que entablan las dos protagonistas está rodeada de una sutilidad conseguida a través del silencio que le aporta un aura tan especial y tan única que merece la pena verla aunque solo sea por ellas dos. Además, salen Kristen Stewart, Laura Dern y Michelle Williams. No sé que más queréis.
- Jongens (Mischa Kamp, 2014)
El cine tiene mucha tendencia a matar a la comunidad LGTB o a deprimirla tanto que preferirían estarlo, así que esta película alemana sobre el despertar sexual de dos atletas adolescentes supone una agradable y ligera propuesta que, si bien es bastante intrascendente, pertenece al género cuqui con el suficiente encanto como para que verla merezca la pena. Y además, no llega a la hora y veinte y está en Youtube, así que no tenéis excusa.
- Happy Together (Wong Kar-wai, 1997)
Lo que viene siendo todo lo contrario a Happy Together de Wong Kar-wai, donde desde luego eran de todo menos felices juntos. En esta película, el director chino muestra de manera dolorosamente devastadora los resquicios de una relación rota entre dos chicos que se ven obligados a quedarse juntos en Buenos Aires. Una relación en la que debido a que todavía se quieren, lo único que se muestran mutuamente es odio ante la incapacidad de perdonarse. Happy Together es el silencioso reflejo de dos corazones rotos. Un reflejo precioso gracias al cuidado visual que hizo famoso a Wong Kar-wai, pero también uno completamente amargo. Así que sí, es recomendable ver esta antes, que Jongens, pero hacen un gran double feature.

- Velvet Goldmine (Todd Haynes, 1998)
Cuando David Bowie no le dejó a Todd Haynes hacer un biopic de su etapa glam porque pensaba hacerlo él mismo, Haynes decidió que le daba bastante igual y construyó una especie de fan-fic no-oficial entre David Bowie e Iggy Pop, sin que fueran legalmente David Bowie e Iggy Pop. Un desfile de lentejuelas y drogas tan descaradamente gay que es imposible no vibrar con cada segundo de su metraje. La película es una de las obras más infravaloradas de Todd Haynes, pero es imposible que cualquier película que empieza diciendo que Oscar Wilde llegó al mundo gracias a los extraterrestres no sea una auténtica maravilla.
- Closet Monster (Stephen Dunn, 2015)
Hemos hablado antes de Xavier Dolan, y es probable que sin él (y más concretamente sin la también muy reivindicable Les Amours Imaginaires) esta película no existiera, pero Closet Monster tiene a Isabella Rosellini dando voz al hámster del protagonista. Y quieras que no, eso acaba sumando puntos.
Closet Monster es otra historia sobre un despertar sexual con una propuesta artística y visual tan creativa y poética que tenía que estar en esta lista. Una historia honesta con la que es muy fácil sentirse identificado, sobre todo si tu vida es semi-neón y mantienes amenas conversaciones con tu hámster. Aunque dudo que tenga la voz de Isabella Rosellini. Aun así, sigue siendo un pequeña e infravalorada joya independiente.
- Boys Don’t Cry (Kimberly Peirce, 1999)
Boys Don’t Cry es otra de esas películas que no resultan nada fáciles de ver (como comentaba antes, no muchas lo son cuando entras en la temática LGTB). La película cuenta la historia de Brandon Teena, un hombre transexual que vivió en un pequeño de Nebraska en la década de los 90. Probablemente, esta película sea la más devastadora de todas las de esta lista, no solo por lo que cuenta, sino porque a diferencia del resto, esta película está basada en hechos reales. Una realidad dura, pero al fin y al cabo, una realidad a la que mucha gente sigue enfrentándose 24 años después. Por eso será de las más devastadoras, pero al mismo tiempo, también de las más necesarias.
- The Kids Are All Right (Lisa Cholodenko, 2010)
Cam y Mitchell en Modern Family aparte, no existen muchas representaciones de matrimonios homosexuales con hijos en el mundo audiovisual. O por lo menos, no las suficientes. The Kids Are All Right se asoma al matrimonio de Nic y Jules para contar desde el corazón una historia honesta y humana sobre el amor, el matrimonio y lo difícil que es a veces ser padre. Son problemas que hemos visto muchas veces, pero que por darse en el matrimonio de dos mujeres adoptan un perspectiva más refrescante e innovadora. Y si no la veis por eso, pues que sea por ver a Julianne Moore y a Anette Benning casadas durante una hora y tres cuartos. Sinceramente, merece la pena.

- La Mala Educación (Pedro Almodóvar, 2004)
Y vamos a terminar barriendo para casa, porque si alguien que se lo haya ganado, ese es Pedro. Probablemente una de sus películas más ambiciosas y menos reconocidas, La Mala Educación es un complejo thriller Hitchcockiano en el que la realidad y la ficción terminan por confundirse, dando lugar a una oscura película dominada por la seducción y la perversión que Almodóvar asocia con ella. Puede que la manera en la que Almodóvar lame con la cámara el cuerpo desnudo de Gael García Bernal sea distractoria, pero debajo se esconde una historia tan turbia como humana. Lo difícil es desenterrarla. Pero merece la pena intentarlo.
*La recomendación de estas películas queda completamente anulada si antes no habéis visto Paris is Burning (Jennie Livingston, 1990), que debería ser vuestra absoluta prioridad. Un documental sobre la escena drag en el Nueva York de los 90 que retrata como era la vida en aquella época y como se podía hacer frente a las dificultades de un vida injustamente dura con eye liner y una actitud de diva. Era todo lo que muchas tenían, pero no necesitaban más para ser las reinas de la noche. Y por eso llegaron a ser absolutamente legendarias. Una pequeña muestra de una historia que no todo el mundo conoce y que, precisamente en semanas como esta, nadie debería olvidar.
1 Comment