Si viviera mi última noche en la tierra, iría a un concierto de Rufus. Es la sensación que se me queda en el cuerpo tras el concierto del pasado domingo que dio Rufus T. Firefly junto a Alice Wonder en el Teatro Carlos III de Aranjuez. Fue tan mágico que no sé si seré capaz de expresar aquí con palabras todo lo que nos hicieron sentir.
Creo que Rufus te hace pensar y te transmite todo tipo de emociones. Y esto es lo bonito de la música. Lo que hacen es de verdad, tocan con el corazón y la ilusión en sus ojos cada vez que salen les delata.

El concierto lo abrió Alice Wonder, quien tan sólo con su guitarra y voz, nos dejó a todas y todos impregnados. Cuando el teatro se encontraba completamente en silencio, estábamos atentos a su música, casi sin parpadear. Cuando alguien siente lo que canta, se transmite. Ella lo hace, y mucho. Creo que no me equivoco si digo que nos dejó con ganas de seguir escuchándola durante mucho más tiempo.
Rufus presentaban su nuevo disco, Magnolia, que en sus palabras, era “más que un disco, un alegato al arte y al amor”. Y venían dispuestos a dejar un poso de ese alegato sobre el escenario.

Entre unos efectos visuales alucinantes acordes a cada tema, llegan los esperados Rufus con Tsukamori. Esa mezcla de sonidos y psicodelia que tanto les caracteriza, hizo que desde el primer momento nos sintiéramos como esa magnolia, floreciendo juntos cada vez más vivos y vivas.
Siguieron con El Halcón Milenario y canciones más antiguas como Incendiosuicida. Y entre canción y canción, no paraba de agradecer a todas y a todos el estar ahí y lo especial y bonito que era poder tocar en casa. Con la ilusión y los sentimientos a flor de piel, siguieron con ··O·· y con la esperada Midori, que no podía faltar. Iban alternando canciones de discos antiguos y de magnolia; siguieron con Espectro, Cisne Negro y Problemático Wilson Smith. Con esta última canción, aunque sentados en el teatro, no podíamos parar de mover el cuerpo.
Continuaron con Última noche en la tierra, tema con el que nos trasladamos durante cuatro minutos a ese universo tan particular. Lo siguiente fue la sorpresa de versionar a los mismísimos Beatles con Lucy in the Sky with Diamonds. Afirmaron que “aunque no se notara”, tenían muchas influencias y querían agradecérselo así.

Las siguientes fueron Pulp Fiction, Pompeya, y llegó la canción de amor «más friki», o así la denominaba el cantante. Comenzaba a sonar Nebulosa Jade conquistándonos aún más si era posible. «Eres la vida en marte, eres un puto milagro…»
En un ambiente mágico invitaron a Alice Wonder para cantar Canción Infinita. Hicieron así una versión bellísima a piano y voz. Y como no podía ser de otra manera, terminaron por todo lo alto con Magnolia y Río Wolf.

Para concluir todo lo que pasó esa noche, me gustaría transmitiros que ir a un concierto de Rufus es algo que hacer al menos una vez en la vida. Es terapéutico, como una especie de catarsis. Su música es una forma de liberación, ese golpe sobre la mesa que tanto hace falta ahora.
Salimos del teatro pensando «joder, la felicidad era esto». Sois un puto milagro.
