Ya nos anunciaron que volverían a Madrid cuando los entrevistamos hace unos meses. Lo que no nos esperábamos era el espectáculo que Mäbu tenían en la manga. Y es que el pasado día 18 hicieron suyo un teatro Lara que había agotado todas las entradas, gracias a la programación de SON Estrella Galicia. El proyecto liderado por María Blanco se está haciendo cada vez más grande y dieron cuenta una vez más de su rotundidad en los directos. Se valen por sí solos. Eso lo han demostrado sobradamente. Pero esta vez decidieron contar con un cuarteto de “féminas”, como las llamó María, para celebrar a las mujeres músicas.
Txarlie y María son cómplices en el escenario. Arrancaron solos con Caimán, curiosa elección, pues no es una de sus canciones más conocidas. Pero rápidamente dieron paso a Quédate a dormir, un tema mágico de su segundo álbum que sigue sonando a pura dulzura en los labios de María.

Había emoción, se notaba. Al dúo no le cabía la sonrisa en la cara. “Es una noche especial, vamos a hacer lo que nos dé la gana”, anunció María. Empezó a sonar Cara triste y aquellos más avispados entre el público ya sabían lo que venía. La cantante Vega apareció de entre bambalinas… con su micrófono muteado. Se unió a María para cantar juntas hasta que se dio cuenta de que no lo había encendido. No importaba. La amistad entre ambas hacía que todo fluyera con facilidad.
Y qué voz gasta Vega. La cordobesa se quedó a versionar Yo no soy esa junto al grupo y después se despidió. Esta fue la tónica repetida con las invitadas de la noche: colaboración con el grupo y versión de una artista de los 70. Una bellísima forma de homenajear a las mujeres que trabajaron y trabajan hoy en el difícil mundo de la música.
La segunda colaboración de la noche llegó de la mano de Marilia. Es imposible no recordar su pasado con Ella baila sola, sobre todo porque, coincidencia buscada o no, interpretó A solas junto al grupo. La versión fue de la cantante Cecilia, esa bella historia de amor que es Un ramito de violetas y que arrancó algún murmullo de la letra entre el público.

Los sentimientos ya estaban a flor de piel, pero el momento más emocionante estaba al llegar. María agradeció a los asistentes que hubieran terminado las copias de Buenos días, el primer álbum del grupo. Arrancaron a tocar la canción homónima. Y entonces, a mitad de canción, Estíbaliz Uranga, madre de María, apareció entre un clamoroso aplauso. Poco importó que hubiera algunos fallos en la letra. El “te quiero, mamá” del final lo decía todo. Aplauso para madre e hija que retumbó en el Lara y se alargó hasta el infinito para celebrar el amor entre las dos mujeres. Y merecidísimo homenaje a una cantante que ha dejado su huella en la música de nuestro país.

No hacía falta más. Era todo un regalo, presenciar la primera vez que ambas se subían juntas a un escenario. Pero quedaba algo pendiente. Otro regalo más, esta vez para Sergio Blanco, padre y marido, que falleció hace ya dos años. El recuerdo fue en forma de canción, Piel, archiconocida balada que interpretaron a dúo y conmovió a todo el teatro. Estíbaliz se despidió con otro enorme aplauso y dando paso a los últimos coletazos del directo.
César Uña, tercer componente de Mäbu, salió entonces para ponerse a los mandos de la batería. Quedaba la última colaboración. Era difícil superar lo que se había vivido en el escenario pero Iseo llegó y lo dio todo con su cálida voz. Fusionada con la de María, se creó verdadera magia. También sacó su teclado para llevar a otro nivel Paralelo y Porque te vas, de Jeanette, ambas coreadas por el público. Y a pesar de que no existía una amistad previa entre Iseo y Mäbu, apenas se notó por la química que desprendieron sobre las tablas.
Se olía el final pero aún quedaban los últimos cartuchos. Los amantes y De negro y amarillo, dos temazos con mayúsculas, levantaron al auditorio y levantaron ecos y palmas. “¡Nos habéis hecho muy, muy felices!”, cantaba María con una sonrisa enorme en la cara. El trío se despidió para un momento después, traer los bises: Nunca y Con mi voz. Se despiden de Madrid. Público en pie y aplausos para el trío acompañado por sus cuatro invitadas de honor. Mäbu gritó con música la valía de las féminas. Y a nosotros sí que nos hicieron felices.
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