Cuando Ryan Murphy anunció en mayo de 2016 la creación de una mini-serie que seguiría la famosa disputa de dos leyendas de Hollywood como Bette Davis y Joan Crawford, el público cinéfilo comenzó a ponerse nervioso. No era para menos. Feud podía salir muy bien, pero también podía ser un completo desastre.
Conociendo la fascinación de Murphy por el drama, el exceso y la cultura pop, no se podía descartar que la serie se le fuera completamente de las manos y acabara convertida en una especie de spin-off moral de su serie Scream Queens. Algo paródico. Hiperbólico. Una fantasía pop rococó hollywoodiense donde Bette Davis fuera una Chanel Oberlin anciana que fuma como una carretera y persigue a Joan Crawford por el set de Whatever Happened to Baby Jane? mientras la llama golfa. Y Ryan Murphy lo sabía. Era consciente de lo que la gente esperaba. Pero el productor y su genialidad han quedado probadas en todas sus series y en esta ocasión, con una potencial joya entre manos, no iba a ser menos.

El pretexto de Feud es seguir la famosa enemistad que enfrentó a Joan Crawford (Jessica Lange) y Bette Davis (Susan Sarandon) durante la temporada que rodea a la producción de Whatever Happened to Baby Jane?, el thriller psicológico que ambas se vieron obligadas a rodar en una etapa de su carrera en la que estaban de capa caída. “Nosotras éramos amables la una con la otra; seguíamos todas las normas sociales de comportamiento, toda esa mierda de ‘Buenos días, Joan’ y ‘Buenos días, Bette’. Gracias a Dios que no teníamos que interpretar a personajes que se llevasen bien”.A Bette Davis no le gustaba Joan Crawford.
“Fue uno de los mayores retos a los que me enfrenté. Lo digo de manera amable. Bette tiene un temperamento muy diferente al mío. Tenía que gritar todas las mañanas. Yo me sentaba y calcetaba. Calceté una bufanda que iba desde Hollywood hasta Malibú.” Y a Joan Crawford no le gustaba Bette Davis. Y ninguna tenía problemas en reconocerlo. Se odiaban y, como dice Olivia de Havilland (Catherine Zeta-Jones) en el primer episodio, “las adorábamos por ello”.
Sin embargo, cuando Murphy ideó la serie, tenía preparado un enfoque muy diferente al de la mera pelea de gatas. El guionista Tim Minear, que ha escrito la mitad de los ocho episodios de la serie, le contó a The Hollywood Reporter que la gente esperaba una especie de batalla campal. Y añadió: “Queremos darle un toque de diversión a la iconografía de Bette Davis y Joan Crawford, pero al mismo tiempo queremos contar la historia de dos seres humanos. De estas dos mujeres”.

El tercer episodio de los ocho que componen la temporada, “Mommie Dearest”, cuenta con una escena que condensa perfectamente por qué Feud está destinada a convertirse en una serie de culto. Se trata de una secuencia en la que Crawford y Davis beben juntas en un restaurante mientras se cuentan cosas de su pasado. Crawford le explica a Davis su infancia. Cómo su madre la odiaba y cómo perdió la virginidad a los once años con el segundo marido de ésta porque estaba desesperada por algo de genuino afecto. Por su parte, Davis le cuenta como su madre, la cual había muerto el año anterior, fue la única verdadera amiga que ha tenido en toda su vida. Dos testimonios muy diferentes, pero que tienen algo en común: que son completamente sinceros.
Con una conversación, conseguimos ver como Joan Crawford y Bette Davis se desnudan emocionalmente delante de nuestros ojos. Y es que ese es el mayor mérito de Feud: Conseguir que veamos a dos iconos de Hollywood como personas humanas y con un pesado fondo emocional. Mujeres frágiles que, a pesar de odiarse mutuamente, se respetan porque las dos han pasado por el mismo mar de sufrimiento y soledad que es Hollywood. Se entienden. Y más importante todavía, se necesitan.

Hacia el final de la escena, Bette le dice a Joan: “Mira, no tenemos que ser mejores amigas. Solo aliadas. Las dos queremos lo mismo. Que esta película sea un éxito”. En un Hollywood dominado por hombres, apoyarse mutuamente es la única esperanza que tienen para no ahogarse. Y es que, aprovechando el contexto del rodaje, Feud arroja una mirada triste, casi desesperada, no solo a la situación de Crawford y Davis, sino también a la del resto de mujeres en Hollywood. “¿Dónde voy a encontrar a estas alturas a un hombre rico para salvarme?”, le pregunta Crawford a Hedda Hopper (Judy Davis) en el segundo episodio. “Nunca necesitaste un hombre. Ninguna de nosotras lo hace.” A lo que Crawford responde: “Y, aun así, siempre hemos estado a su merced”.
Feud no deja de ser una dramatización de los hechos reales, una interpretación de lo que pasó en aquel set concebida por Ryan Murphy y su equipo de guionistas, pero, aun así, la serie tiene un conmovedor tono de veracidad. Feud se aleja de cualquier histrionismo paródico que podía haberse esperado del productor de The People Vs O.J. Simpson hasta el punto de, según contó Tim Minear, omitir detalles verídicos que habrían quedado inverosímiles en la construcción de la serie. Aunque, eso sí, no quita para que haya joyas como la discusión sobre el fraude de categoría entre Actriz Secundaria y Actriz Principal y cómo a Davis le robaron en los Oscar de 1950, que termina de manera apoteósica con Joan gritando a Bette: “¡Y fue Gloria Swanson a la que robaron en 1950, no a ti, zorra!”.

Feud está salpicada de frases lapidarias que se convierten en auténticas perlas (“Miss Davis, ¿quiere comentar sobre el hecho de que Joan Crawford ha dicho que parece lo suficientemente mayor como para ser su madre?” “¿Cómo te llamas, cielo?” “Sylvia” “Que te jodan, Sylvia”), golpes de cigarro completamente oportunos y miradas gélidas que resultan deliciosamente venenosas. Por eso fue por lo que vinimos. Pero también está llena de tristeza, de soledad y de una humanidad que nos muestra la cara oculta del éxito de Hollywood. Y por eso nos quedamos.
Como dice Catherine Zeta-Jones interpretando a Olivia de Havilland: “Las rivalidades nunca son sobre odio. Las rivalidades son sobre dolor”. Allá donde el mundo solo vio a Bette Davis y Joan Crawford -los mitos-, Ryan Murphy vio a Bette Davis y Joan Crawford -las madres solteras luchando por sacar su vida adelante-. Dos mujeres que fueron manipuladas por la maquinaria de un Hollywood que quería deshacerse de ellas. Dos mujeres que, aún y todo, fueron unas supervivientes en un mundo de hombres. Porque antes que leyendas, Bette y Joan eran luchadoras. Puede que ellas se odiaran a muerte, pero gracias a Feud si nosotros estamos aquí, es para quererlas.