Vivo encerrada en mí
Como mi yo de los 30.
Admiro si podéis hablar de vosotros
hablar de María, Irene o Marcos.
Si podéis hablar de lo que os llena el pecho
si materializáis las ganas.
Admiro a vuestras madres
por poneros nombre
y daros vida.
Yo tengo una madre
y otra madre
y otra madre,
que hacen de mí un mundo
y del mundo
algo insignificante.
Yo tengo a quién me nombra
aunque siga con miedo a girarme.
Yo soy mi pasado
en un cuadro colgado en una pared
que nadie mira.
Me alegro que nadie mire.
Siempre hablo del amor en tercera persona
como si no fuesemos nosotros
los culpables
del deshielo.
Hablo de la muerte y la hipocresía.
Los pálpitos.
La fuerza.
Pero nunca
nunca
sé hablar de mí.
Porque no me tengo
porque me evaporo como las palabras que no escribo
que me taladran las pupilas .
Y me descubro en frases que otros escribieron
para no morir.
Cuando me releo
me encuentro, de nuevo
y durante un instante
-que ojalá fuese eterno-
Habito dentro de mí.