No quieras buscarte en otra parte
que no sea en tus marcas.
Las raíces de los árboles hacen surcos en el suelo,
no pidas que tu piel quede intacta con el paso de los años.
Hice un camino de la cabeza al pecho para no perderme.
Dibujé aviones en mi piel
para nunca huir de mí,
pero poder salir corriendo.
El pecho se me queda pequeño
me duelen los años que no cumplo
por miedo a dejar de ser la niña que llevo dentro.
Tengo un mapa del mundo en la espalda
donde guardo todo el daño que me han hecho,
donde me besan las grietas de la Tierra
y resucitan a todos los que mataron en nombre de un amor equivocado.
En nombre de quien grita demasiado alto sus certezas
creyéndolas verdad universal.
Resucitan los campos masacrados de flores
los que murieron en nombre de una paz que aún no existe fuera de este cuerpo.
Tengo un par de ojos en el pecho para mirarme por dentro.
Una niña a la que nunca cuido.
Un billete de vuelta a medio romper,
todos los sitios que mi corazón ha visto.
Tengo una línea discontinua para saber bien por dónde romperme
y que duela menos.
Los surcos que hablan del paso de los años
Las uñas rotas
Y un poema inacabado que habla de todo lo que nunca me atreveré a decir.
