CulturaLiteratura

Decir adiós|Microcuento 12

Podría contar todas las veces que he huido y me ha salido bien la jugada.

Pero entonces tendría que contar también todas las que me fui y tenía que haber puesto el freno de mano, o de corazón.

Y ahora que mi corazón acaba de pinchar y no tengo válvula de recambio, no hay carretera que me lleve a cómo aprender a andar cuando el adiós ha derrapado por encima de lo que éramos, dejándonos secuelas de recuerdos en los que no vale para nada hacer memoria.
Dicen que las despedidas duelen, cuando lo que duele es despedirse.
Tampoco lo que duele es decir adiós, sino decir adiós a todo lo que nos dijimos.
Nunca entendí las despedidas donde dos no se dan la vuelta si uno no quiere. Creo  que eso es echarse de menos y no de más.
Ahora el tiempo no corre, pero no tengo con quien caminarlo.
No siempre me creí un adiós con unos ojos haciendo por sonreír porque el corazón está en lágrimas y no en llamas, porque las cenizas no prenden ni aprenden.
Me dan demasiado dentera las mordeduras de conciencia que no son mías, y más que rabia es incomodidad de tener un hueco aquí dentro, en el pecho, con un eco que suena a tu voz.
Las despedidas duelen , dicen.
Lo que más duele es no querer hacerlo.
vivirtenpoesia
24. Desde que supe que escribir era la forma más bonita de doler, no he parado de sangrar. Madriz.

Leave a Response