‘Miss Caffeína’ vuela alto en una Riviera abarrotada
Días de frío en Madrid. El pasado viernes, durante el concierto de Miss Caffeína en la mítica sala madrileña La Riviera, no fue excepción. Pero hacia las 8 de la tarde el ambiente estaba, por fin, a punto de caldearse. Lo sabían, no cabe duda, todos los que esperaban en una de esas largas colas en las que algunos habían pasado el día entero. No en vano, la banda presentaba ‘Detroit’, su último lanzamiento, con todas las entradas agotadas.

Sin embargo, antes de disfrutar de la voz de Alberto y del resto de la banda, tocaba conocer a Lígula. Al menos, así fue para el que escribe estas líneas, que no había tenido oportunidad de escuchar a este grupo hasta entonces, menos aún en directo. No me decepcionaron. Lígula supone una propuesta distinta dentro del panorama indie español emergente, una banda de 7 componentes que, en 2015, publicó su primer LP, ‘Distant Stairs’. Ellos dicen que practican “una suerte de folk-rock con tendencia a la épica”. Por lo que se percibió en el concierto, quizá no andan desencaminados con la definición. El tema de apertura, ‘Sidewalk Names’, nos predisponía hacia ese folk-rock tan peculiar.
En cualquier caso, escuchándolos ahora a través del sonido nítido de mis auriculares, corroboro las sensaciones que me transmitieron en directo: tienen toques de eso que ha venido a llamarse post-rock. Ciertos tramos instrumentales me recuerdan a algunos títulos de bandas como Mogwai o, sobre todo, Anathema. Temas profundos, nostálgicos, de esos que te van absorbiendo si les dejas, y en los que cuesta tanto entrar como salir una vez dentro. La mayoría comienzan lentos y se desperezan hasta lanzar un grito desesperado, para regresar otra vez a la calma. O no. ‘Ocean’, el segundo tema elegido para el setlist, fue un buen ejemplo de ello. A estos dos primeros temas les siguieron ‘Missing Bird’, ‘Lighthouse’, ‘Solid company’, ‘The Harbour Keeps A Flag’, ‘Las Redes’ y ‘Canica’.
El público parecía atento y siempre respetuoso con el grupo, rompiendo en aplausos tras la canción correspondiente. Quizá el ambiente seguía un poco tibio, e incluso daba la impresión de que la sala no se terminaba de llenar. Pero Lígula lo estaba haciendo muy bien. En cualquier caso, su música se disfruta más dejándonos absorber por ella a través de una buena acústica, entendiendo bien sus letras y sus intenciones. Muy recomendables para que los escuchemos con plena atención. La gran cantidad de instrumentos bien empleados de sus canciones merecen que percibamos sus detalles a fondo.
Se acercaba el turno para el plato fuerte de la noche, ‘Miss Caffeína’. Por fin hacían acto de aparición, con una grabación de música épica que parece venir anunciando el fin del mundo, captando la atención de todos los presentes desde el primer momento. Allí estaban, parados, dándoles los últimos ajustes a las guitarras, mientras el sonido alimentaba la expectación por escuchar la primera canción. Recordaba entonces la primera (y única) vez que yo había visto a este grupo en directo. Aquel festival gratuito celebrado en Madrid por MTV hacía casi 6 años. El tiempo vuela. Y en muchas cosas se percibían cambios, crecimiento, madurez.
La puesta en escena era radicalmente distinta esta vez. Se percibían los años de evolución con los cuatro primeros temas (ya fácilmente reconocibles por los fans) de su último lanzamiento, ‘Detroit’. Suena así el tema que da nombre al disco, abriendo el concierto, y es seguido por ‘Desierto’, ‘Titanes’ y ‘Turistas’. El último álbum ya encaja muy bien en directo y, sobre todo, en las cabezas de aquellos a los que no terminaba de convencer la nueva propuesta de los Missca. Es fácil dejarse llevar por ese sonido entre ecléctico y ochentero. Alberto se mueve entre tema y tema como pez en el agua, y sus particulares movimientos en el escenario mantienen la vista atrapada, casi como un hechizo.

Después llegarían temas más clásicos, que despertarían definitivamente al público, como ‘Lisboa’, bastante cañera, para dar paso a ‘Capitán’, de la que disfruté especialmente en directo. Así, llegamos ante un momento en que Alberto anuncia que van a dar paso a un tema que forma parte de la banda sonora de una película, y empiezan a sonar ‘Mi rutina preferida’ y ‘Átomos dispersos’, presente en la película española ‘Solo Química’.
El cuidado set de luces y un público ya totalmente conectado y entregado se encargarían de ofrecer un tramo de concierto que anunciaba que todo iría, definitivamente, de menos a más, con tres temas seguidos pertenecientes a su anterior lanzamiento: ‘Modo avión’, ‘Gigantes’ y ‘MM’. Es entonces cuando llega un momento de pausa, de tranquilidad, de entrar un poco en trance con ‘N=1’.
A partir de aquí comienzan a sucederse las sorpresas que hacen que este concierto haya sido único y especial, no sólo por lo que puede entenderse desde fuera, sino por lo que sucedió dentro. El indie español parece vivir una especie de hermandad, en la que los grupos se conocen y apoyan mutuamente sin complejos. Se respetan y se quieren. Se comprueba viendo en directo a Sidonie, y pudo hacerse, de nuevo, el viernes, cuando Miss Caffeína decidió interpretar ‘Supersubmarina’, del grupo homónimo que, como ya sabemos, sufrió un trágico accidente de tráfico del que aún trata de recuperarse. El apoyo del resto de bandas del panorama es incondicional, el público lo sabe y se entrega. Todos somos uno. Momentazo difícil de describir. Se trató de hacer llegar energía positiva hacia la banda de Baeza, con los sentimientos a flor de piel.
Después seguíamos con ‘Hielo T’ y ‘Lobos’, en una conexión con el público ya indestructible. Y llegaba el falso momento de despedida, que ya no sorprende a nadie. Alguna chica se desgañitaba gritando aquello de “¡Otra, otra!” sin éxito en contagiar su petición al resto de asistentes. Además, se habían lanzado los pipas a ajustar nuevamente los instrumentos apenas segundos después. Repito: ya no sorprende a nadie.
No en vano, la verdadera sorpresa estaba a punto de llegar. Cierto que no era el próximo un tema de Miss Caffeína, pero para este que escribe es otro de los grandes momentos del concierto. Se encienden nuevamente las luces y aparece Jorge González de Vetusta Morla para interpretar, junto a Miss Caffeína y parte de las voces femeninas del Coro Hennátê, el mítico tema ‘Freedom’, de George Michael. Toma ya. Este sí que fue un homenaje totalmente inesperado y fantásticamente interpretado. La verdad es que, para mi gusto, faltó una respuesta un poco más entusiasmada por parte de la gente. Al menos en las primeras filas. El escenario emanaba felicidad y buen rollo por los cuatro costados.
Pero, ¿es posible que el concierto pudiera acabar aún más arriba?
Lo hizo. Tras ‘Ácido’ llegó ‘Oh! Sana’, irreverentemente arrojada por Alberto a la cara de Donald Trump, al que se la “dedicó” en su día de toma de posesión. Sin duda, una letra irreverente que conectó con todos los presentes, animando a tope en este tramo: saltando, coreando, gritando, riendo. Poderosa.
Pareciera que estaba todo el pescado vendido, pero todos sabíamos que faltaba ‘Mira cómo vuelo’, tema cargado de energía positiva que ha aupado a Miss Caffeína a la estratosfera del panorama musical español. Llegó para cerrar el concierto y para retumbar en nuestra cabeza hasta el momento de apoyarla en la almohada. La noche de este viernes 20 de enero no se pudo combatir mejor el frío en Madrid. La opinión de los fans es generalizada: lo del 20 de enero en La Riviera ha sido, sin duda alguna, su mejor concierto hasta la fecha.