Llega enero, esa etapa en la que hemos superado todas las cenas navideñas y volvemos a la rutina. Como cada año, lo pasamos en familia. Nos reunimos, comemos, charlamos. Charlamos… y sale un tema que parece incomodar; la igualdad de género.

Cada vez que se nombra el feminismo en alguna conversación nos encontramos con frases que se suelen repetir de manera casi sistemática:
«Yo no soy machista, las mujeres son peores entre ellas…”. Nombran las denuncias falsas o la custodia compartida. Utilizan frases como «¿Cuando entras gratis a las discotecas no te quejas?». «Yo no soy feminista, creo en la equidad». Lo que nos demuestra que claramente no se conoce suficiente el término feminismo en particular y el problema social en general. En lugar de renunciar a sus privilegios, utilizan estas frases hechas que estigmatizan e infravaloran la lucha feminista.
Como bien explica Nuria Varela en su libro “feminismo para principiantes”, el feminismo es un impertinente – como lo llama la real academia española a todo aquello que molesta -. Es muy fácil hacer la prueba. Basta con mencionarlo. Se dice feminismo y cual palabra mágica, inmediatamente, nuestros interlocutores tuercen el gesto, muestran desagrado, se ponen a la defensiva o directamente, comienza la refriega. ¿Por qué? Porque el feminismo cuestiona el orden establecido. Y el orden establecido está muy bien para quienes lo establecieron, es decir, para quienes se benefician de él.
No es difícil entender por qué el feminismo genera tal controversia. Pues es un movimiento que intenta terminar con cualquier sistema de opresión, e intentar dialogar sobre un cambio con la parte opresora es, cuanto menos, complicado.
El feminismo incomoda porque va en contra de unos privilegios que dispone un género a costa de la opresión del otro. El feminismo incomoda a la otra persona porque consiste en hacer cambios que van en contra de esos privilegios. Incomoda porque a veces se prefiere permanecer dentro de los moldes impuestos por miedo, obteniendo tranquilidad a cambio de no desobedecer los mandatos patriarcales.
Como expone Miguel Lorente, experto en violencia de género: en la raíz, un machismo que es cultura, normalizado en lo más profundo de una sociedad que, en opinión del experto, ha avanzado, principalmente, porque la mujer ha evolucionado. La mayoría de los hombres, en cambio, se mantienen en una posición “aparentemente neutral” que, al final, “es estar a favor del machismo”.
Lo que sucede es que se sienten atacados en lo personal por nuestras críticas al sistema. Pero el feminismo no busca (ni nunca ha buscado) ser un ataque hacia los hombres. Es una lucha contra un sistema en el que se discriminan a las mujeres por el simple hecho de ser mujeres. Es un movimiento que propugna que hombres y mujeres seamos iguales en derechos y libertades. Y esto es lo que queremos que se entienda de una vez.

Excelente artículo.
«Lo que sucede es que se sienten atacados en lo personal por nuestras críticas al sistema.»
Como hombre puedo decir que es muy incomodo que te toquen los privilegios, pero es mucho más incomodo que te hagan ver que tienes esos privilegios, que tienes la suerte de tener unos privilegios que las mujeres no tienen y a veces nos revolvemos panza arriba porque es más fácil pensar que eso no es cierto que que llevas siendo un machista toda tu vida.
Para mi, personalmente, el problema es que «feminista» es algo que uno puede ser o no ser, pero el feminismo es algo que uno tiene que aprender y ser feminista no le hace a uno, ni de lejos, especialista en feminismo. Porque feminista (para mi al menos), es esa idea de igualdad, mucho más fácil de comprender que lo que cubre el feminismo, que entra a explicar el por qué esa equidad no se da.
Y claro, es muy fácil considerarse feminista sin entender que uno tiene privilegios, o que, efectivamente existe un sistema patriarcal del que formas parte, o que ese sistema patriarcal te hace machista aunque no lo quieras, y que tienes unos ciertos privilegios por ser hombre, ya no te digo nada si además de hombre eres blanco y heterosexual.
Por tanto es muy fácil declararse «feminista» sin realmente entrar a comprender el grado de machismo del día a día. Es el feminista del «pero eso ya no pasa», «eso era antes», soy feminista y no tengo privilegios, eso pasaba antes. Francamente, yo cada semana descubro un privilegio que no es que no supiera que tenía, porque ese me parece un mal enfoque, es que no sabía que las mujeres (o a decir verdad otros colectivos).
Finalmente, me parece un artículo genial, que pone el dedo exactamente en la llaga.