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Que soy más de lugares que de personas | Videopoema Mariposas Caníbales

 

Me miraba con ojos de niña traviesa desvergonzada, se escondía tras los edificios y las azoteas más altas, entre los suburbios de las calles llenas de lágrimas y botellas rotas, entre los bares que gotean letras de poetas. Me miraba como si descubrirnos fuese lo mejor que nos hubiese pasado, me sacaba la lengua y yo se la mordía. No teníamos remedio. Corría solo por el gusto de verme tras ella, se ponía preciosa cuando escuchaba el sonido de mi objetivo. Sonaba a comienzo y a final, a buenas noches todas y cada una de ellas.

No dormía, se hacía la loca cuando decidía ir a buscarla de día y se sonrojaba cada tarde aunque nadie la mirara. Me estaba enamorando perdidamente y ni me daba cuenta. Me besaba en la esquina de cualquier callejón y me repetía que de aquí al cielo y yo entendía. Me comía la boca y las heridas con las mismas ganas.

De pronto empecé a ver cómo se apagaba, empezaron a caer los edificios de tal forma que temía ser atrapada bajo sus propios escombros. Lloraba todas las tardes en las que quería ir a buscarla. Me acabó echando a patadas y me fui. Se encogieron las calles por las que antes pasaba, comenzó a quemar cada bar en el que me daba de beber a morro poesía, empecé a necesitar la huida y lo logré. Me alejé, le fui infiel en recuerdo y alma, me descosí las heridas y me besó la piel. No la quería. Volví a recorrer otras calles, a besar otros bares, volví a sentir. Comprendí que podía enamorarme tantas veces como el corazón me dejase, como se diese de sí… y de mí.

Reí tanto que amanecía lloviendo rayos de sol, que me acariciaba las heridas y me susurraba «todo es posible» y yo lo entendía. Me dio vueltas de campana y me tocó aquí y allá para volver a ordenarme la vida… Me hizo mía.

Y después volví. No la quería – qué sabrás tú lo que es doler si para curarme me dejaste en ruinas- no me entendía, me miraba como siempre, más despacio y más tranquila. Yo miraba hacia otoro lado… -si no me alejo rápido voy a acabar con mi vida- Lo temía. Llamó a la puerta tantas veces como las que me negué a abrirla…

Y de pronto un día volví a mirarla vestida de vida, me dijo pase lo que pase amaneceré para ti todos los días, me dio la mano y me besó en mitad de una sonrisa.

Yo, que soy más de lugares que de personas, he visto el mundo y al volver te digo que Madrid es mía mía mía.

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