Moda y tendencias

Recorriendo el Museo del Traje (VI): Belle Époque (1898-1914)

El término Belle Époque relacionado con el desarrollo de la moda nos conduce a un espacio temporal que abarca desde 1890 hasta la Primera Guerra Mundial. El nacimiento de la Alta Costura, asociado a la figura de Charles-Fréderick Worth, y el importante desarrollo de la industria textil son algunos de los aspectos que definen este período, el cual se caracteriza por la elegancia y el refinamiento.

Desde principios del siglo XIX, la transformación de la moda tiende a acelerarse, siendo un reflejo del ritmo de la sociedad. A partir de 1890 se dibuja una nueva silueta dirigida a conseguir una mayor flexibilidad del cuerpo y el traje se adapta a las diversas actividades femeninas. No obstante, la moda continuó rigiéndose por unos patrones puramente estéticos, siendo secundarios la comodidad y el bienestar físico de la mujer.

Las elaboradas faldas de la etapa anterior dejaron paso a formas más sencillas. Durante la belle époque, la atención se centra en los cuerpos, enfatizándose el valor del busto. Al mismo tiempo se produce una importante revolución en la hechura de las mangas.

Apareció una estricta etiqueta social con relación al atuendo de las mujeres, obligándolas a cambiarse unas siete veces al día: vestido de mañana, vestido de tarde, vestido para ir de visita, vestido de noche (para el teatro), vestido de baile, vestido para una cena de etiqueta, vestido para estar en casa (antes de acostarse) y por último, camisón.

El famoso ‘traje sastre’

Un traje, muy característico de este momento, cuya definición arranca de finales del siglo XIX y representa la modernidad es el traje sastre. Se trata de un traje funcional, especialmente indicado para las salidas matinales y el paseo. Se compone de una falda y una chaqueta bajo la que las mujeres llevaban una blusa.

Cuerpo perfecto eduardiano

Se impulsa la silueta en forma de «S», que implicaba un vestido que realza un talle extremadamente estrecho, un pecho generoso y proyectado hacia delante y una protuberancia en la parte en la parte posterior de la falda. Este es el denominado «cuerpo perfecto eduardiano». Los fabricantes de ropa interior idearon varios tipos de corsé para conseguir las diminutas cinturas que este estilo requería.

traje-eduardiano
mirandakellaway.blogspot.com

 

El adiós al miriñaque y al polisón

A lo largo de la belle époque comienza una evolución de la ropa interior que pretende acabar con los miriñaques y polisones. Adquieren protagonismo los tejidos finos, generalmente de algodón, los encajes, las cintas de seda y las tiras bordadas.

Lo interior se convierte en un tabú que atenta contra el decoro y la disciplina de la moral que definen el siglo XIX. Es por eso que las revistas son cautas en cuanto a hablar de lencería.

 

La Belle Époque supuso un gran cambio. El uso de trajes de falda y chaqueta por parte de las mujeres; la evolución de la ropa interior; la mejora de la industria textil, que trajo consigo el abaratamiento de las prendas; y la adopción del sujetador, reemplazando el corsé, fueron solo algunos de los avances de esta época.

Además todo ello, las mujeres comenzaron a enseñar el tobillo y a caminar erguidas, los corsés se deslizaban hacia abajo y, por primera vez, la revista Vogue hablaba de pantalones.

 

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Paula Pastor
Periodismo UCM. Redactora en HOLA y en las revistas La Huella Digital y OFF Magazine. También puedes leerme en mi blog: paupas.blogspot.com.

1 Comment

  1. Para los amantes de la costura, la confección y para los modistas y diseñadores, este tipo de museos son una parada obligatoria aunque el estilo artístico no sea el mismo. Echar un vistazo a los diferentes trajes de época y a cómo han sido confeccionados es algo muy inspirador para las mentes acostumbradas a pensar en telas, texturas y costura. Si eres una amante aficionado al mundo de la costura y confección, en https://www.rosadetela.com/ encontrarás el material que necesitas para continuar.

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