La semana pasada veíamos, en el anterior artículo de ‘Recorriendo el Museo del Traje’, los orígenes de la moda española en la prehistoria y sus múltiples cambios durante el mundo griego, el Medievo y el Renacimiento, hasta llegar al siglo XVIII que es en el que nos vamos a centrar hoy.
Así pues, la segunda época a la que el Museo dedica una sección comienza en 1700 y finaliza en 1788, y ha sido denominada: Ilustración y casticismo. En este período, que comienza con el fallecimiento del rey Carlos II y la posterior Guerra de Sucesión, se producen grandes cambios que sientan las bases de la España Moderna.
Durante la segunda mitad del siglo XVII el vestuario masculino de las clases altas europeas experimentó una transformación, en gran parte debido a la introducción en la moda civil de algunas prendas que procedían del atuendo militar, como fueron la casaca y la corbata.
La adopción de estas prendas por el rey Luis XIV, entre 1665 y 1670, dio origen al “traje francés” que con enorme rapidez se adoptaría en los centros cortesanos y aristocráticos de toda Europa. Sin embargo, la corte española, que había sido imitada en sus modas y costumbres desde el siglo XVI por todo el mundo, se resistió a introducir tales cambios, y conservó, especialmente para las funciones oficiales, el tradicional traje negro compuesto de jubón, ropilla y calzones.
Vestidos a la francesa / Fuente: museodeltraje.mcu.es
En consecuencia, desde finales del siglo XVII, y durante casi todo el siglo XVIII, en España convivieron dos estilos de vestir: “a la española” y “a la francesa” o “a la moda”, como se decía en la época.
En la indumentaria femenina también coexistieron estos dos estilos tan diferentes. La base de la vestimenta de las mujeres era el conjunto de dos prendas interiores: la cotilla (un cuerpo rígido armado con ballenas) y el tontillo (un armazón interior que ahuecaba la falda). Posteriormente, estos se complementaban con otras prendas que diferenciarían el estilo “a la española”, formado por un jubón, una basquiña y una casaca; y el estilo “a la francesa”, el cual seguía fielmente los patrones de París y partía del manteau, un vestido largo y abierto por delante que dejaba ver una falda interior.
Coincidiendo con el reinado de Carlos III aparecieron nuevos vestidos, menos complicados y lujosos, como el vestido “a la polonesa” o la “robe à I’anglaise”.
Vestido a la polonesa / Fuente: museodeltraje.mcu.es
Velada musical
Continuando en esta misma sección, encontramos una vitrina que lleva el nombre de ‘Velada musical’ y, ambientada en un interior en el que se celebra un concierto entre amigos, busca conseguir que el público se adentre en la escena. En ella se muestran los vestidos más representativos de los reinados de Felipe V y Fernando VI: la casaca más antigua confeccionada en brocado de plata (1740), un traje masculino “a la francesa” en damasco color azul, una secuencia de casacas femeninas y de chupas masculinas…
Vitrina Velada musical / Fuente: museodeltraje.mcu.es
Paseo de los elegantes
Querer ver y sobre todo querer ser vistos, era algo usual en la época de Carlos III. Una de las diversiones favoritas de los madrileños de la época fue pasear por el Paseo del Prado luciendo sus mejores vestidos. Con intención de recrearlo, el lienzo de Andrés Ginés de Aguirre que representa este momento decora el fondo de una vitrina dedicada a las ropas de quienes “se pavoneaban” por el Prado.
Vitrina Paseo de los elegantes / museodeltraje.mcu.es
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