Opinión

Cuando la ficción supera a la realidad

Nyborg da la mano a un político como símbolo de pacto | Imagen: La Vanguardia

Partiendo de que no tengo ni idea de política y de que me gustan mucho las series, no tengo más remedio que hablarles de una serie danesa (sí, de Dinamarca) que, por suerte o por desgracia, yo no conocía hasta que mi profesora de Periodismo Político y Económico se empecinó en ponérnosla como un producto más bien digno de la HBO que de la cadena pública de tal país.

Mientras nos la presentaba, ella no paraba de hablar de Borgen mientras mi cabeza reproducía fragmentos de los anuncios de Canal + sobre Los Borgia, porque, en efecto, esta última no la he visto. Es de esas conexiones que uno no entiende pero siempre están ahí.

Pues bien, ahora con la teóricamente previsible investidura de Rajoy como Presidente de España y por mi falta de audacia e imaginación en cuanto al desarrollo de otros temas, me veo obligado a hablar de Birgitte Nyborg (la protagonista de la serie) como una política que se desarrolló en un contexto de pactos tras una carambola democrática de su país. Me diréis “pero para hablar de política mejor me pongo House of Cards”. Y no os quitaré la razón, pero esto es más realista que las peripecias de Kevin Spacey y Robin Wright por los ideales Estados Unidos.

Hablaré más de realidad que de ficción, pues lo que ocurre en nuestro país sí que es algo destacable por la trascendencia que tendrá en el continente y en el mundo. Como digo siempre, mi idea de la política es algo utópica en el exclusivo ámbito de pensar que mediante diálogo todo es fácil. Basándonos en eso, he de decir que más allá de la decisión de fulminar a Pedro Sánchez, pienso que el Partido Socialista ha escogido el camino menos escabroso tras estar entre la espada de no dejar gobernar a Rajoy y la pared de no ceder ante un Podemos que incluía en su programa el referéndum por la independencia de Cataluña.

Rajoy señala el número dos con su mano | Imagen: El Mundo
Rajoy señala el número dos con su mano | Imagen: El Mundo

Antes de realizarse las elecciones lo pensaba, y hoy me reafirmo en ello: no hay nada más enriquecedor para una democracia estancada como la aparición de nuevos partidos-variante para llegar a lo que hoy conocemos como política de pactos, por la cual cualquier ley tenga que pasar varios filtros que lleven al máximo grado de acuerdo con las diferentes ideologías coexistentes entre el pueblo. Es decir, si el Partido Popular quiere sacar adelante la ley de Educación presentada, tendrá que retocarla hasta que partidos afines como el propio PSOE o Ciudadanos den el visto bueno, hasta tal grado que la ley no tendrá un único padre de derechas, sino que tendría varios y a cada cual más hacia el centro.

Los partidos tendrán que ceder, proponer y dialogar en busca del mayor consenso posible entre las partes. No sabemos cuánto durará esta legislatura, pero lo que está claro es que viviremos historia de nuestra nación con algo que no se ha vivido, pero a lo que nos tenemos que acostumbrar para que no pensemos que la realidad es capaz de superar a la ficción.

m.lopez
Estudiante de periodismo en la Universidad de Sevilla. Actualmente en Nervioneo.com y OFF Magazine.

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