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La tristeza a corto plazo…

quizá sea la felicidad a largo plazo.

O eso creo.

 

Muchas veces la tormenta no nos deja escuchar la calma, pero ahí está.

Siempre lo está.

Solo que , a veces, hay que dejar a un lado lo que no merece la pena escuchar.

 

Nos creemos débiles porque siempre nos han tratado como una herida; la que se abre, la que no para de sangrar y a la que no hay narices de cerrar.

Vivimos en un mundo donde nos importan más los porqués que quien pone los interrogantes y así nos va:

dejando que la cabeza duerma al corazón con historias para dormir y no de cómo despertar.

Vivimos hoy, y mañana solo buscamos a alguien que nos mate, y no de amor.

Buscamos a alguien que nos parta en dos y no nos devuelva la otra mitad para sentirnos completos.

Alguien que nos trate como su piedra favorita del camino cuando siempre ha buscado cómo esquivarnos.

Y es que somos,

y seremos unos hipócritas.

Nos quejamos de no saber volar cuando hemos permitido que otros volaran por nosotros.

Nos quejamos de que nos hagan daño cuando somos nosotros quienes nos ponemos la venda en los ojos, y no donde duele.

Pretendemos no ahogarnos cuando siempre dependemos de alguien para salir a flote.

 

Y es que,

he llegado a la conclusión que

todos

para ser la cicatriz de alguien,

hemos tenido que ser herida primero.

Que si para estar donde estoy hoy,

ha sido por todas las hostias que me he llevado antes, no me ha dolido más bonito nunca.

Que quizá lo de ser feliz esté vendido,

pero es que para tener la sonrisa donde la tenemos hoy,

ha tenido que haber grietas primero.

Y es que como un día dijo alguien:

por las grietas también se respira.

Y todos seguimos aquí.

Unos viendo amanecer, otros viendo la tormenta llegar, otros respirando la calma.

Pero aquí estamos,

aquí estás,

aquí estoy.

Remanguémonos las ganas y sudémoslas viviendo, ¿no?

No dejemos que los sueños se queden en bostezos.

vivirtenpoesia
24. Desde que supe que escribir era la forma más bonita de doler, no he parado de sangrar. Madriz.

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