Es curioso como la sociedad tropieza una y otra vez con la misma piedra. Y no, no hablo sobre esas relaciones tóxicas de las que tanto se queja mi generación por sus redes sociales. Esto va mucho más allá. Y precisamente esa piedra, se hace llamar historia. Por eso, la frase que dice que la historia se repite, parece mentira, pero es sin duda, una de las pocas verdades de nuestro mundo.
Ayer, mientras que estaba en clase, la profesora puso un extracto de un documental de Leni Riefenstahl, en el que mostraba ciertos discursos de Adolf Hitler. Lejos de decir que su obra es mucho más cinematográfica que muchas de las actuales (pese a ser documentales), noté una sensación que, en estos días, cada vez me es más familiar.
Sentía horror, pero a su vez admiración. Toda esa cantidad ingente de personas presente frente a una figura. Y lo que es más importante, frente a un mensaje. La rabia y el odio habían inundado las mentes del pueblo alemán (o al menos la mayoría), y tras el final de cada frase que recitaba su fürher, las personas allí asistentes, aprobaban gritando estruendosamente la palabra heil (algo así como salvación en nuestra lengua) hasta en tres ocasiones.
Aquella Alemania, se encontraba en una situación extrema, provocada por una inflación desorbitada, que hacía que un café valiese cientos de miles de marcos alemanes. Por eso, Hitler aprovechó su momento, y lo demás ya lo saben. Y por eso la historia se repite.
Actualmente, las ideas extremistas han salido a relucir entre la población. Es el caso de Podemos en España, del Frente Nacional en Francia, de Syriza en Grecia, o de Donald Trump en Estados Unidos. Tantos conflictos y sucesos internacionales han llevado al individuo a la mano dura, a la elección del jarabe de palo en lugar de la sensatez.
Parece que no sabemos distinguir entre una decisión que solucione nuestros problemas, una sutura que cierre la herida tan profunda que nos provocó aquel 2008. El último asunto de estos radicales, como bien saben, han sido los comentarios machistas del señor Trump, que sinceramente, no me han sorprendido en absoluto. No aprendemos, que estos políticos no son más que parte del problema, y no de la solución. La historia, una vez más, se repite.