DÍAS CONTADOS
DÍA 22
Esta vez no veía luz en aquel túnel.
Al haberme juntado tanto con Carol en los últimos meses, muchas amistades habían desaparecido. Y normal.
Pero lo que más me enrrabietaba es que por querer ayudar a una persona, la que había salido perdiendo he sido yo.
No tenía a nadie quien me ayudara esta vez a mí. Definitivamente no podía haber sido más gilipollas.
˜
-¿ Qué te ha dicho?
-Nada que me haya sorprendido. Lo sabe todo.
-Cómo va a saber todo, Tony. Es un farol de Marina, la conozco.
-¿Tú crees?
-Sí. Quizá que sepa algún detalle, pero no todo. No, ni de coña. Hemos cuidado todos o casi todos los detalles.
-Es demasiado lista, Carolina. Aunque a ti te parezca idiota.
-Es que es idiota. Y una niña consentida. Y…
-Bueno, vale. Ya- Interrumpió , cortante, Tony.
-A ver si ahora, después de todo, te va a dar pena. ¡No me jodas ,Tony!
-No es eso.
-¿Entonces?
-Nada, da igual.
-Di, ¿ qué pasa?
-Le voy a contar todo, me da igual si es con tu apoyo o no. Pero merece saberlo. Lo siento.
-¿Es coña, no? ¡Joder! Sabía que no podía contar contigo para esto. ¡En qué momento confié en ti! ¡Joder!– exclamó Carol, cada vez más enfadada.
-Voy a escribirle una carta, no se me ocurre otra opción. Por teléfono es imposible. Y te repito, me da igual si estás conmigo en esto, pero lo voy a hacer. Nunca debí hacerte caso. Marina no se merece nada de esto.
Carol se levantó dando un fuerte respingo y salió por la puerta sin decir nada.
˜
Cuando llegué a casa, cogí el portátil y empecé a buscar vuelos. No sabía muy bien el lugar, pero lo que sí tenía claro era con quién no.
Necesitaba que Carolina y Tony estuvieran fuera de mi vida y no tenía otra opción.
Siempre me gustó vivir en un sitio con la playa cerca.
Y es que, Madrid me encantaba ,sí, pero necesitaba cambiar de aires lo antes posible. Un sitio que no tuviera el ajetreo de la capital. Un lugar donde volver a empezar, de cero.
˜
Tony cerró el sobre y se dirigió al buzón. En su mano derecha portaba una maleta. Echó el sobre y se perdió entre la gente. Nunca más volvió a saber de Carolina.
˜
A los pocos días después, Marina lloraba desconsolada en la cama con la carta arrugada entre sus manos.
En la carta ponía…