Plata o plomo. Seguro que al leer esa cadena de tres palabras, su bombilla mental se ha encendido rápidamente con la imagen de Wagner Moura diciendo “higüeputa malparido” en el brillante papel de Pablo Escobar en Narcos, la serie de culto de Netflix. No tengo dudas de que usted es un verdadero seriéfilo.
Desde luego que puedo decir que esa ficción la he disfrutado tanto como ustedes, pero la realidad me obliga a obviar esta introducción para centrarme en lo eminentemente referente a un postureo que nos ha llevado a una situación en la que lo más importante no es únicamente ver capítulos de su serie favorita, sino ir más allá y tuitearlo para que todo el mundo sepa de verdad que es un tipo culto.
Había muchísimos temas sobre los que opinar en esta tribuna, pero lo cierto es que hablando con un amigo, el fósforo mental se me encendió a mí en forma de artículo de opinión, puesto que me comentaba él que conocía a gente que decía haber visto Juego de Tronos durante un par de capítulos, tiempo suficiente como para subir a Snapchat un vídeo de la intro con muchos corazones a su alrededor.
Antes nos preocupábamos por ir diciendo por ahí que nosotros veíamos los documentales emitidos por Viajar y La 2, más tarde cambiamos las cadenas para declararnos fans de Salvados y El Objetivo, y ahora sólo nos importa aparentar que vemos series que exigen un mínimo intelecto, que evidentemente nos deje en un pedestal alto en la sociedad del saber.
Ya no disfrutamos del producto como tal. En algunas ocasiones te ves forzadamente abocado a ver una ingente cantidad de capítulos seguidos con el fin de acabar una serie que más tarde copará tu último estado de Facebook, en otras simplemente la espiral del silencio te invita a reconocer que amas una serie que no te gusta, pero que sí le gusta a tu entorno.
Lo leía hace unos meses en la revista PAPEL: la realidad nos hace indicar que el pasado año en nuestro país, productos como La que se avecina, Gran Hermano o Velvet fueron más vistos que las típicas series americanas a las que veneramos continuamente, siendo este el indicativo más claro de que probablemente, en los capítulos nuevos que Netflix sacará este octubre de Black Mirror, debería haber uno que se centrara en este fenómeno y en el de hacerle fotos a la comida, en definitiva, una serie de posturas que nos invitara a la autocrítica.