Hace poco más de un año que, incluyéndome en el grupo de indecisos que se disponían a terminar bachiller, andaba aún decidiendo que carrera escoger, sin saber aún a que quería dedicar los próximos años de mi vida.
Estos días no puedo evitar acordarme de los nervios y la presión que hace justo un año se habían apoderado de mí: se acercaba la tan temida Prueba de Acceso a la Universidad, exámenes para los que nos habían preparado todo un año. Sin embargo, la seguridad con la que debía entrar a las aulas de la Escuela de Caminos de Santander, desaparecía en favor de un miedo que se había apoderado de mi durante las semanas de estudio, tanto por mi culpa como por un entorno que te describía selectividad como si del fin del mundo se tratase, un obstáculo que pocos conseguían superar con éxito.
Solo me hizo falta acabar el primer examen para sacar una primera y acertada conclusión: no era, ni mucho menos, tan negro como lo habían pintado. Todo el estrés, miedos, tensión, resultaban una estafa asumida a priori. Por ello me atrevo a afirmar que con confianza y mucho estudio, y por supuesto, dejando quinielas y descartes a un lado, se puede salir del fin del mundo con mucho éxito. Con la calma con la que un año después lo veo, la situación hubiera sido mucho más llevadera para todos los que nos examinábamos.
Como decía, decidir carrera fue una tarea complicada, principalmente por el miedo a empezar algo que más tarde no resultase acertado. Perdida y agobiada entre tanta oferta, una profesora del colegio fue quien me dio solución al problema: veía como, “para mí”, los dobles grados serían la mejor opción. Aparecían como alternativa a las carreras tradicionales, ofrecían más posibilidades a la hora de acertar en lo elegido, y un mayor reto que afrontar. Periodismo y Relaciones Internacionales, o como la moda de los Dobles Grados se convirtió en la decisión más acertada.
La Universidad Rey Juan Carlos, en la cual acabo de terminar primero de carrera, se posiciona como una de las mejores a nivel nacional en cuanto a oferta de esta nueva modalidad combinada. Descubriendo los dobles grados como una posibilidad antes entonces no planteada, tocaba de nuevo la difícil tarea de escoger. La frase más utópica resultó contener la más fácil de las soluciones: ¿qué te gusta hacer? ¿de qué te gustaría vivir? Tras agrupar viajar, hablar, conocer, descubrir, organizar y dirigir como situaciones en las que yo me sentía cómoda y feliz, la tarea resultó mucho más fácil: Periodismo y Relaciones Internacionales parecía agrupar todas ellas. Un año después, creo haber acertado, aun sabiendo que no se puede juzgar una carrera por su primer año, curso que resulta más una combinación entre lo aprendido en bachiller y una leve introducción en materia relativa a ambas profesiones.
Eso sí, si volviera a comenzar de nuevo la universidad, decidiría no poner las expectativas en otros, ya que es sin duda la mayor desilusión con la que acabo este curso: creía que me adentraría en un ambiente en el que profesores conseguirían contagiarte su pasión, aquello a lo que decidieron dedicarse y que escogieron enseñar a las nuevas generaciones. Sin embargo, aunque no me gustaría generalizar, ya que algunos desarrollan su trabajo con ilusión y atención, gran parte de ellos han resultado robots que, con falta de ganas y de forma apática, vomitan todo aquello que durante años han aprendido, a mentes en blanco que esperan llenarse de conocimientos e ilusión en aulas en las que han elegido pasar los próximos años de sus vidas.
Después de estos últimos meses de cambios en bachiller y la universidad, saco lo siguiente en claro:
- Debería disfrutarse más el camino recorrido en los últimos meses de instituto y PAU, nada es para tanto. Llegan incluso a echarse de menos aquellos exámenes que parecían desbordarnos y que ni de lejos se aproximan a los finales de la universidad; así como el ambiente familiar que se respiraba en institutos.
- Para los que la vocación no nos persigue desde pequeños, escoger carrera no resulta una tarea tan difícil si nos dejamos solo guiar por aquello en lo que nos sentimos cómodos. Comodidad y felicidad creo que deberían ser siempre los dos principales objetivos a la hora de elegir carrera, sin importar lo más mínimo modas, salidas profesionales, demanda, opiniones ajenas…
- La universidad es un mundo completamente nuevo, en el que se aprende mucho más allá del ámbito académico. Por ello, resulta importante, al igual que como veo ahora los años de instituto, disfrutarlos. Ningún examen es tan importante, ni ningún profesor tiene tanto poder.
«Lo importante no es llegar, lo importante es el camino». Fito Páez.
Con esfuerzo y corazón, todo se consigue. ¡Ánimo y a por todas, siempre!
Los estudios y el conocimiento que adquirimos mediante ellos nos ayudan a encontrar nuestro hueco en el mundo laboral que nos depara. Independientemente de si ciertas asignaturas nos gustan o no, todas ellas nos valen para conocer cuales son las diferentes ramas laborales que más o menos nos pueden gustar y, por tanto, a afinar más el tiro a la hora de introducirnos en este nuevo mundo. Mientras tanto, equiparnos con todo lo necesario es otra cuestión de la que no debemos olvidarnos. ¡En https://practicfood.es/collections/estuche-tres-cremalleras encontrarás unos estuches monísimo!