Cuando entraste en el instituto observabas con asombro a los mayores del último curso, pensabas en la de años que tenían que pasar para llegar hasta allí, la de exámenes que te quedaban por hacer hasta llegar al último, el último que harías con tu clase y que luego comentarías en los pasillos como tantas otras veces.
Pero así fue, llegó el día en el que te despediste de todos al recoger tus notas y empezaron tus semanas de nervios y tensión con la llegada de la Selectividad. Ese sería realmente el examen que cerraría tu etapa y que daría comienzo a otra mucho mayor, con un nombre más largo que a veces da hasta miedo: La universidad.
Esos probablemente sean los 3 días más largos de tu vida, pero los superarás, todo el mundo los supera. Son 3 días en los que no paras de hacer media de tus notas, calculas lo que tienes que sacar para entrar en la carrera que escogiste, lo vuelves a calcular, compras bolis y más bolis (por si acaso), subrayas tu nombre y hasta al gato…así hasta que los nervios y el mal humor son parte se ti. Pero compartir ese miedo con tu familia y amigos te ayudaba a superar tus ataques de «no puedo» y su apoyo por los grupos de Whatsapp hasta las tantas de la madrugada siempre te daba un empujón: «Venga, vas a conseguirlo».
Recuerdo el último día de Selectividad con 40 grados a la sombra un 18 de junio en la PAU de Andalucía. Bajé corriendo las escaleras de la Facultad tan rápido que mi sandalia dejó de ser sandalia para ser una chancleta separada de su suela, pero me importó tan poco que seguí corriendo descalza para abrazar a mis amigos y celebrar que por fin toda esta pesadilla había terminado y que no era tan difícil como nosotros pensábamos. Y, con las sandalias rotas en la mano, me fui a mi casa con una sonrisa de oreja a oreja reflexionando sobre qué bikinis meter en mi maleta para mi viaje a Mallorca.

Había llegado el momento que tanto había soñado y que llevaba observando años en las fotos de Facebook de los más mayores. Ahora yo era la mayor y me tocaba vivirlo a mi.
Después de haber visto los reportajes de guiris en Magaluf y los saltos a la piscina desde el balcón, seguíamos teniendo ganas de ir. Con el equipaje listo y el avión a punto de despegar empezaba nuestra aventura basada en comida del buffet libre del hotel y cubos llenos de pajitas en la playa. La típica foto de Instagram y las ensaimadas para tus padres que nunca llegaban no podía faltar, tenías que cumplir con la tradición mallorquina.
Mañanas relajadas para pasar tu dolor de cabeza en las playas paradisíacas del Mediterráneo, agua cristalina de fondo blanco, veleros que formaban parte de la típica foto de viajes El Corte Inglés y pies a flote a ver si cogías algo de color. Pero tu paz solía ser interrumpida por un grupo de alemanes al que llamabas la atención, alcohol-guiri y playa nunca fueron de la mano.
No podía faltar tu salto desde la roca mientras tu amigo grababa como caías al vacío, el planchazo estaba asegurado, pero las vistas eran bonitas, para quedarte embobado. 7 de la tarde con el sol cayendo y el cielo con tono rosado, momento en el que te hacías la foto de grupo y se la enviabas a tu madre para que viera que hacías otro tipo de actividades y no esas barbaridades que salen en la tele.
Estaba claro que el turismo del que te hablo no es con el que vas a conocer la Catedral de Santa María, la cual probablemente veas desde el autobús que te lleva a las discotecas, pero sí vas a conocer sus playas (que son magnificas), sus grandes fiestas donde te lo pasas en grande, fiestas que al día siguiente recuerdas con tus compañeros de habitación mientras ves las fotos del móvil.
Desde luego que fue un viaje completo, un viaje que solo vives igual una vez con las personas que compartiste todo durante tu paso por el instituto o colegio. El que podría ser tu último viaje con ellos por ello de que a lo mejor te vas a estudiar fuera o alguno de tus amigos se va y los caminos se dispersan. Este sería el mejor verano de vuestras vidas y que mejor manera de celebrarlo que escapándote a Mallorca y subir las fotos para que los de un año menos vean lo que les espera.
Si no puedes optar a unas vacaciones en Mallorca, pero tiene piscina privada, tampoco estás tan mal. Estas aguas cristalinas podrás conseguirlas con el mantenimiento y limpieza necesarias. Visita https://www.iteapool.com/ y consigue estás en tu casa como lo estarías allí.