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Los genios nunca desaparecen

Tras doce años sin pisar España, anoche Paul McCartney hizo que 45.000 personas entregadas vibráramos en un Vicente Calderón casi abarrotado mostrando que este concierto no es uno cualquiera.

Beatlemaniacos de todas las edades, de todos los rincones de España y del mundo disfrutamos de un increíble espectáculo que dio comienzo con un: Hola Madrid, hola España, ¿qué pasa troncos?” Con estas tres frases Paul, si no lo había conseguido ya con su presencia, se ganó a todo el estadio.

Tres horas de regalo para los asistentes, muchas para un veterano de casi 74 años, aunque hecho un chaval, pero muy cortas para el público. Y es que empezar con A Hard Day´s Night, un tema que llevaba décadas sin interpretar en público, era el inicio perfecto a una velada inolvidable.

Este ímpetu inicial, tanto por parte de las 45.ooo voces gritando y vitoreando a Paul, como el propio ex beatle, acompañado por una banda integrada por Paul Wix Wickens (teclados, Brian Ray (bajo y guitarra), Rusty Anderson (guitarra) y Abe Laboriel Jr. (batería), se vio reflejado en Save Us seguido de la jovialidad atemporal de Can´t by my love,

McCartney sigue demostrando que es un auténtico genio y ayer realizó una exhibición de música total al bajo, la guitarra eléctrica, las acústicas, el piano y hasta el ukelele.

Paul interpretó canciones de su etapa solista, de su segunda banda Wings y otras de The Beatles como: la loca electrónica de Temporary Secretary, Let my roll it, I´ve got a felling… Con In spite of all the danger de The Quarrymen, Paul retrocedió en el tiempo hasta llegar a la banda preludio de los Beatles a finales de los 50 donde estaban Harrison Lennon.

No podía faltar Love me do, con todo el público entregado, saltando y cantando o la maravillosa And I love her, antes de uno de los mejores momentos del concierto donde con Paul acompañado únicamente de su guitarra interpreto Blackbird y Here Today generando un sentimiento generalizado de intimidad, confianza, recogimiento y fraternidad entre los presentes. Con un especial recuerdo a John Lennon, al ritmo de Here Today, escrita por Paul como un sincero lamento de amugo en medio del vacío dos años después de su muerte. Y otro recuerdo a George Harrison, que murió en 2001 con un memorable Something comenzando a ritmo de ukelele.

En este momento, muchos no pudimos contener las lágrimas, era un instante mágico, gente de todas las edades, pero que han tenido como banda sonora de su juventud a esos 4 chicos de Liverpool de pelos largos que cambiaron la historia de la música.

Con Ob-La-Di Ob-La-Da se llega al punto álgido donde ya no hay vuelta atrás y solo queda una ascensión apoteósica a todo volumen con el poderío rockero de Back in the URSS y la emotividad de Let it be, con 45.000 móviles alumbrando a un Paul sentado a su pian antes de Live and Let die, que estuvo acompañado por un festival pirotécnico y llamaradas que incendiaron a todo el estadio.

Pero aún quedaba lo mejor, la majestuosa interpretación de Yesterday- si la emoción era inmensa, en los apenas dos minutos que dura la canción, culminó) y cómo no, el himno Hey Jude con un público entregado por completo intentando retener el momento para siempre.

El final estaba cerca y terminar con Golden Slumber, Carry that weigth y The End, fue el más feliz y triste fin a un concierto lleno de nostalgia, recuerdos y sueños cumplidos.

Celebración de un pasado, donde Sir. McCartney fue el protagonista, pero sin renunciar a un presente musical más que vivo porque los genios nunca desaparecen.

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