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Días contados #13

DÍA 13

Me quedé perpleja con lo que Tony me acababa de contar. Ahora ya sí que mi cabeza no daba para más. Estaba en un callejón sin salida. Tenía que hablar con Carol de una vez por todas y aclarar todo esto. Necesitaba contarle toda la verdad, y que ella, por supuesto, también me contara. Todo esto, además, nos estaba alejando y sentía que cada vez Carol estaba más ausente, como si después de todo lo que le estaba pasando, necesitaba encerrarse en sí misma. En parte lo entendía, pero era necesario ya dar un paso hacia adelante.

Necesitaba irme a casa, descansar y al día siguiente intentaría hablar con Carol, a la que estuve llamando toda la tarde y no hubo respuesta. Estaba preocupada, sí, pero también sabía cómo era Carol. Ella era muy de impulsos y era capaz de estar sin aparecer tres días y sin decir nada, pero ese tiempo le ha valido a ella para encontrarse por así decirlo. Así que, por otra parte, algo me decía que todo estaría bien.

~

-¿Qué tal has dormido?

– Pues lo poco que me has dejado dormir, bien– dijo Carol en un susurro y con media sonrisa.

– ¿Estás mejor?

-Pues no sé Álex, siempre acabábamos igual y arreglándolo de la misma manera.

– Será que no te gusta- dijo Álex levantando una ceja.

-No, en serio, Álex.

-Que sí pesada, que eso ya lo hemos hablado. Que a partir de ahora las cosas van a cambiar, ya lo verás.

Y se volvieron a perder entre las sábanas.

~

Me desperté un poco aturdida por todo. Dudé por unos segundos si coger el teléfono y llamar a Carol o esperar hasta más tarde.

Buah- me dije.

Cogí  el móvil con avidez y marqué a Carol. Y tenía la intención de llamarle hasta que descolgara.  A cabezota no me ganaba nadie.

Llamé una y otra vez y nada. Pero insistí hasta que alguien me respondió al otro lado.

-¿Sí?

Era otra vez la puta voz del tío ese de la otra vez.

-¿Está Carol? Aunque no me lo digas, no se puede poner ¿verdad?- dije con tono irónico.

-Pues no, la verdad. Ahora no puede ponerse.- dijo Álex con tono seco.

Sin más decidí colgar. Me cansaba aquel tipo.

¿Qué narices hace con el móvil de Carol?- Me dije a mí misma cabreada.

Siempre que llamaba a Carol, lo cogía ese tipo. No entendía nada. Los límites de mi paciencia se empezaban a agotar y eso que siempre pensé que tenían bastante capacidad.Estaba haciendo todo lo posible por ayudar a Carol y solo me encontraba muros.

Necesitaba saber qué estaba pasando y sobre todo, saber quién era la persona que respondía a todas las llamadas.  Aunque por otro lado, tenía otra opción en mi cabeza, no sé si era la adecuada pero quizá sí era la mejor que podía tomar en ese momento.

 

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24. Desde que supe que escribir era la forma más bonita de doler, no he parado de sangrar. Madriz.

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