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Días contados #9

DÍA 9

Me di la vuelta y le miré a la cara. Había pasado algún tiempo sin vernos sí, pero sabía perfectamente cuando me hablaba en serio. Y esta era una de ellas.

Según su gesto, lo que tenía que contarme parecía serio, así que me dirigí de nuevo al sofá y me senté sin decir nada.

Él pareció que prefirió quedarse de pie. Estaba nervioso. Mucho. Iba de un lado para otro pensativo.

– Tony, venga, dime qué pasa.- dije. Aunque tampoco sé si me había prestado atención.

De repente, se acercó a donde estaba yo sentada, y se sentó a mi lado. Y empezó a contarme lo que estaba ocurriendo.

Cuando salí de la casa de Tony, estaba tan sorprendida, que no sabía ni cómo actuar.

Decidí marcharme a casa y esperar a ver cómo se desarrollarían las cosas en unos días.

Aún tenía que contárselo a Carol, ya que le había dicho a Tony que yo se lo contaría. Creía que era mejor yo para hacerlo, ya que las cosas entre ellos tampoco estaban bien del todo, por mucho que hubieran hablado y zanjado el tema, siempre quedaba algo de rencor.

Yendo de camino para casa, recibí un mensaje de Carol:

“ Tenemos que hablar”.

No me gustaba el tono con el que iba ese mensaje. Quizá era mi impresión pero conocía a Carol desde hace tiempo, y a Carol le pasaba algo.

Tony y yo habíamos acordado no decirle nada hasta que yo lo viera claro. Habían pasado demasiadas cosas últimamente y a veces es mejor dosificar la información. Aunque sí es verdad que sabiendo yo todo lo que se sabía, las cosas eran muy fáciles decirlas, pero ponerlas en práctica era otro tema. Y si me ponía en el lugar de Carol, a mí también me gustaría que me lo hubieran contado lo antes posible. Pero era algo complicado. Y no sé. De verdad qué por qué estas cosas me tenían que pasar a mí, con lo bien que estaba yo con mi vida aburrida y sin problemas ajenos.

A Carol realmente no sabía que contestarle, puesto que si hablaba con ella, le tenía que contar sí o sí lo que Tony me había dicho, pero tampoco sabía bien como contárselo para que no le hiciera daño. A mí en verdad, también me había dolido y no me lo esperaba, ni mucho menos de alguien como Tony, pero sí es verdad que conociéndole, podría llegar a entender mínimamente los motivos que tuvo en su día para hacerlo.

Me llené de impulsividad y tecleé en mi móvil:

» Sí, tenemos que hablar. ¿Quedamos en mi casa en media hora?»

 

Y se lo mandé de vuelta a Carol. No sabía cómo iba a reaccionar ni nada, pero había que dejar de alargar ya todo esto, de hablar las cosas claras y contarlas tal y como habían sido.

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24. Desde que supe que escribir era la forma más bonita de doler, no he parado de sangrar. Madriz.

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