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Luna Miguel y su dedo subversivo

[Por Ares Biescas]

El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina.
Luna Miguel
Editorial Capitán Swing
Edición Digital, 2016.


Luna Miguel es autora de cinco libros de poesía y redactora en la revista Playground, además de ser la coordinadora de antologías como Tenían veinte años y estaban locos (La Bella Varsovia, 2015) y directora editorial de El Gaviero Ediciones. El pasado mes de marzo añadió a la ingente lista el estreno de su primer ensayo: El dedo: Breves apuntes sobre la masturbación femenina. La difusión de este le costó a la poeta el cierre de su cuenta en Facebook por parte de los administradores, lo que llamó la atención de la prensa.

“Cuando sientes vergüenza de tu propio cuerpo, pueden ocurrir dos cosas: que con el tiempo aprendas a superarlo o que, por el contrario, tu miedo crezca tanto que te convierta en alguien incapaz de amarse».

El dedo, Luna Miguel

Más allá de la polémica, El dedo invita a derribar la vergüenza que tiñe aún el tema de la masturbación de las mujeres en la sociedad, sobretodo entre las mujeres. El ensayo nos ofrece un calidoscopio a través de géneros como el periodismo, la divulgación, el género confesional y la ficción sobre las miradas que expertas, activistas y hombres tienen sobre el tema.

Luna Miguel empieza situándonos de manera confesional en el descubrimiento infantil del placer y en cómo ya desde la cándida inexperiencia se sabe que “hacerse dedillos” no está bien, es algo pecaminoso. Después del preludio, nos presenta a Betty Dodson, una sexóloga  y artista que durante décadas ha ayudado a mujeres con problemas para llegar al orgasmo. Y nos traslada un dato curioso: «muchas de ellas, admitían que era la primera vez en toda su vida que habían visto así su propio sexo».

Más tarde, la autora nos arrastra hacia el clímax del relato de una forma pausada, íntima, que recuerda el propio acto de la masturbación, y que nos hace llegar diversas voces que hablan sin tapujos de la genealogía de este «acto perverso» y de cómo han encarado sus vidas a dar visibilidad al cuerpo de la mujer; voces como América Valenzuela o Amarna Miller.

Por último, termina el mosaico de fuentes con un relato de ficción, que remata y cohesiona el ensayo en un núcleo intenso, fluido de sensaciones, de afirmaciones que sabíamos certeras pero que nunca habíamos compartido con ninguna amiga, amigo, porque nos daba demasiado pudor. Sorprende su valentía, su desnudez sin florituras.

En definitiva, el libro incita a liberarnos del estigma que tiñe la masturbación femenina y nos da la llave para entender el legado cultural de la vergüenza y algunas de las caras más visibles de la lucha contra esta. Como dice Luna Miguel, algunas de las activistas “abordan el tema del cuerpo y la sexualidad no ya como una expresión de su intimidad, sino como arma política”. Y es que el placer de la mujer es un instrumento subversivo contra una sociedad que intentó la ablación silenciosa de nuestro cuerpo.

«Si no conocemos nuestro cuerpo, no somos libres. 

Si tenemos miedo a tocarlo, no somos libres.

Si no sabemos cómo funciona, nunca podremos decidir cómo, con quién o para qué queremos utilizarlo.»

El dedo, Luna Miguel.

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