Me encanta de ti hasta tus manías,
que se vuelven también mías,
las nuestras.
La cerveza fría en tus manos mientras me miras
de reojo.
Me encanta ser la envidia de los viandantes
mientras bailo en mitad de un atardecer y
solo escucho tu risa.
Los sueños me arropan cada vez que duermo
y despierto siendo realidad.
Hemos dejado unas cuantas huellas
en diferentes lugares,
siempre tan nuestros,
siempre tan vida.
Nacimos con un te quiero bajo el corazón,
y no es fácil abrirnos el pecho para gritar
verdades
tan frágiles contra el dolor.
Menos mal que tenemos un cuerpo desnudo
esperando ser amor.
El silencio después del orgasmo
que habla con la respiración
y alguna que otra sonrisa.
Que la poesía nos siga perdonando,
por hacerla y no contarlo.