Opinión

Lo de Félix y la pescadera: No es casualidad que sea miembro de la RAE

La RAE es una institución bastante rancia, que durante más de dos siglos y medio impedía que las mujeres formaran parte de ella solo por el mero hecho de ser mujer, excepto Doña María Isidra Quintina de Guzmán y de la Cerda, que fue la primera y única mujer que, impuesta por Carlos III, logró acceder a la RAE después de más de dos siglos.

Muchas han sido excluidas, desde literatas como Emilia Pardo Bazán hasta gramáticas como María Moliner. Las posiciones de la academia sobre género y lenguaje son de todo menos científicas.

Políticamente, la actual institución que “maneja” la lengua castellana fue perfilada por el franquismo, que se permitió hasta el lujo de tener hibernado a D. Ramón Menéndez Pidal. Al ser un organismo que funciona por cooptación de quienes están ya dentro, siendo de esta manera influidos en cada momento por las pertinentes instancias económico-políticas del poder, esto da lugar a que las influencias más nefastas pervivan a largo plazo.

Su connivencia con los poderes llega a tal extremo que uno de los casos más sonoros de censura reciente la tiene por protagonista en sus escalones más elevados. Me refiero al libro de Gregorio Morán, El Cura y los Mandarines, que cuando ya estaba listo para salir a la venta, fue censurado por Planeta y se negaron a publicarlo al no querer el autor suprimir unas pocas páginas en donde se denunciaba algunos manejos de quien era, durante años, Director de la RAE.

“Colau debería estar sirviendo en un puesto de pescado”.

Félix de Azúa (miembro de la Real Academia Española. Sillón «H»)

Hay una campaña, que espontáneamente ha surgido en las redes sociales, pidiendo a la RAE que exija la dimisión de Félix de Azúa. Un tanto absurda, pero no está mal; de todas maneras, que los mandarines que tienen a bien la exhibición del desdén y el desprecio hacía el común de los mortales se den cuenta de que su actitud prepotente no tiene el efecto deseado.

Ante la RAE, lo mejor es la libertad de pensamiento y atreverse a expresar lo pensado, aunque nos pueda faltar una tilde. La actividad mingitoria que tuvo la Generación del 27, según relata Alberti delante de las puertas de la egregia institución, quizás se le dio un exceso de importancia.

Firma Invitada

“Costumbrista de ayer a hoy”

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