DÍA 8
-Como lo oyes…
-¿Y qué le has dicho?- Seguía alucinando con la noticia de @joy88.
-Pues que sí…
-¿Le has dicho que sí? Estás loca, no sabes ni siquiera si está aquí.
-Mira quién me lo fue a decir… la que quería ir a Barcelona así sin más.
El tono de las palabras de Carol la verdad que no me estaba gustando nada según iban a más mis preguntas.
-A ver Carol… eso ya sabes por qué fue. Bueno, haz lo que quieras. Si quieres quedar con él queda.
-¿Te molesta que quede conmigo en vez de contigo?
-Pero…¿ Qué estás diciendo Carol? Que está jugando contigo, con nosotras. Tú también has visto esas conversaciones al igual que yo… Es un mentiroso, pero te repito, haz lo que quieras. Te dejo que tengo cosas que hacer.
Y acto seguido, colgué.
En diez minutos había quedado en casa de Tony e iba a llegar tarde.
-Madre mía, ¿Pero por qué tú y yo no habíamos quedado antes?- me dijo entre risas- y ¿por qué te pasan estas cosas a ti? Ay qué cosas te pasan, de verdad. La gente de todas maneras, ya te digo que se aburre demasiado.
-Sí pues… a mí algunos mensajes me han llegado a acojonar, ya me conoces.
-Lo que tienes que hacer es olvidarte de todo esto, que será alguien que se aburre como te digo y fin. No tienes por qué darle más vueltas…
-Ay ya lo sé. Pero es que hay cosas que no me cuadran.
-Ya, la verdad es que lo de Barcelona sí que es raro que lo supieran pero hay gente para todo, como te he dicho.
Miré de repente a Tony, frunciendo el ceño.
-¿Cómo sabes eso?
– ¿El qué?
-Lo de Barcelona que me acabas de decir. Eso yo no te lo he contado. Te he contado lo de los sms pero justo de ese no te ha hablado.
Tony hizo una pausa.
-Que sí, lo que pasa que no te acuerdas, como me has contado tantas cosas… Por cierto, me acabo de acordar, ¿Qué favor me querías pedir?- Me preguntó a la vez que dibujó una sonrisa forzada en su cara.
-Enséñame tu móvil Tony.
-¿Mi móvil? ¿Para?
-Ya sabes que siempre nos hemos enseñado todo y no nos hemos escondido nada. Así que déjame el móvil.
– Pero… ¿Para qué?¿Qué pasa, Marina?
– Eso me gustaría saber a mí. Me gustaría que me explicaras cómo sabes lo del mensaje de Barcelona.
-Ya te he dicho que sí me lo has contado, ¿Cómo lo iba a saber sino?
De repente, empezó a sonar el teléfono de Tony. Lo tenía en el bolsillo y no podía ver quién era.
-¿No lo coges?- Le pregunté, seria.
-Seguro que son los del trabajo para que me vaya a tomar algo con ellos, pero paso.
-Pero entonces, contesta y di que no vas ¿no?
Notaba cómo a Tony le incomodaban cada vez más mis preguntas, pero no iba a parar hasta saber qué narices estaba pasando.
-Ya contesto luego, no te preocupes. Bueno, a lo que estábamos. ¿Cuál era ese favor?
– El favor es que me enseñes el teléfono. Y ya sabes cómo soy de cabezota.
-No quiero, Marina. Es mi teléfono y es mi privacidad. Si lo quieres entender bien, sino, pues también.
Me levanté del sofá donde había estado toda la tarde charlando con Tony, le di dos besos y me fui sin decir nada más.
De repente escuché mi nombré. Era Tony.
-Tengo algo que contarte.