Ciudad que no descansa si escucha hablar de Semana Santa y Feria
Como ya sabéis, nos encontramos a pocos días de la Semana Santa, de la primavera y de las horas eternas de sol y calor (¡por fín!). Una semana de vacaciones en la que algunos aprovechan para escaparse a alguna que otra parte. Otros, en cambio, preferimos quedarnos.
Hoy os hablo de mi tierra, Sevilla. Ciudad de luces y color, de mantones y cirios, de nazarenos y farolillos. Ciudad que no descansa si escucha hablar de Semana Santa y Feria, que llora cuando el cielo se oscurece, que se vacía los agostos a las cuatro de la tarde pero sale a la calle si es pa’ cenar, donde la alegría inunda sus calles y el baile, el cante y las palmas hacen que tiemble entera.
Desde el Domingo de Ramos al Domingo de Resurrección 60 cofradías recorren sus calles acompañadas de miles de nazarenos, es la ciudad donde más personas participan. El silencio es símbolo de respeto, la única luz es la de los cirios, que se mueven al ritmo del paso cargado por la fe de sus costaleros. Es uno de los lugares donde más se siente y se vive.

Cada cofradía tiene el escudo de su Hermandad en la túnica de sus nazarenos y un color distinto para diferenciarse de las demás. Puede haber penitentes, que no son lo mismo que los nazarenos y se diferencian de ellos por dejar que el capirote caiga sobre sus espaldas. La forma cónica del capirote alude al acercamiento del penitente al cielo. Pueden llevar cruces cargadas en el hombro mientras piden y rezan, pueden ir descalzos dejando sentir el frío de las piedras y la cera de las calzadas por motivo de promesa.
Sus imágenes, el Cristo y la Virgen, son fruto de horas y horas de trabajo y esfuerzo, hechas con oro, con bronce, decoradas con flores blancas y rojas, con túnicas hechas a mano hasta el último detalle.

Es declarada Interés Turístico Internacional, constituyendo una de las grandes fiestas de primavera de la ciudad, junto a la Feria de Abril. Es uno de los destinos favoritos en estas fechas, miles de turistas visitan Sevilla para ser testigos de este espectáculo en una de las ciudades más bonitas. Famosa y conocida en el mundo entero por como viven sus habitantes La Semana Santa. Y no te puedes ir sin ver La Madrugá, la noche más larga y fría a la espera de las más importantes: La Esperanza de Triana y La Macarena.
La devoción a la Virgen de la Macarena traspasa los límites de Sevilla, al igual que La Esperanza de Triana, siendo todo un referente de la Semana Santa de Sevilla. La Macarena lleva una corona de oro de ley y valiosas joyas, entre las que destacan unas esmeraldas que le regaló el famoso torero Joselito «El Gallo», por cuya muerte se vistió de luto la imagen en 1920.
Y por último, el famoso Cristo de los gitanos. Es una cofradía muy vinculada a la Casa de Alba. La «Saeta» de Joan Manuel Serrat está dedicada a este Cristo de tez morena, por lo que la banda de música toca este tema varias veces durante su recorrido.

Carbonería que ahumas ese callejón adjunto
y tornas el aire en bruma con olores de difunto,
Tú quemas como ninguna.